miércoles, diciembre 27, 2006

¿QUÉ SERÁ DE NOSOTROS?

(Publicado - El Observador 27/12/06)
A esta altura ya parece claro que en Uruguay se acaba la fiesta. El gobierno se dispone a dibujar sus sueños y, con ellos, va a hacer añicos al Uruguay emprendedor de una forma u otra. No hay escapatoria. Conviene saberlo y estar preparados para cuando el dolor sea mayor. Y pensar que muchos creímos que había madurez en algunos gobernantes como para advertir que hay aventuras que salen muy caras…
Sin vueltas, acá con la reforma tributaria, con los reaforos inmobiliarios y sus consecuentes incrementos en la contribución inmobiliaria en Montevideo y Canelones y sus impuestos derivados (tributo domiciliario, Primaria y tasa de saneamiento) y con la futura reforma de la salud, lo único que se está haciendo es ahogar a los sectores medios de la población (trabajadores y jubilados), procurando hacer una distribución autoritaria de recursos de un lado para el otro.
Que quede claro: nadie niega la justicia de mejorar la calidad de vida de los más desprotegidos. Pero ese objetivo no se puede lograr “degollando” a las clases medias emprendedoras, que se pasaron una vida luchando para estar un poco mejor.
Los sectores emprendedores ya no son la burguesía especuladora (aquella que la izquierda advertía como “la rosca”) sino gente que se “rompió el alma” trabajando para salir adelante. No son por cierto “ricos”, sino gente que tuvo el talento y la voluntad de sortear obstáculos para llegar un poco más lejos que otros, sólo fruto de su esfuerzo y coraje. Son los padres y los abuelos de muchos uruguayos de hoy, que llegaron descalzos al país y lograron llegar a algún puerto. Pero que quede claro, no son Onassis, son sólo uruguayos que no supieron lo que eran las vacaciones, que sudaron la gota gorda y que trabajaron en mil cosas para que sus hijos tuvieran lo que ellos no tuvieron jamás.
La filosofía tributaria del gobierno entiende que el éxito que alcanzaron es un pecado, o un exceso, y por ello se siente con la autoridad política de proponer este nuevo contrato social por razones que equivocadamente entiende de interés general. Se consagra, así, el congelamiento de la pirámide social. En adelante, el progreso personal fruto del esfuerzo, será oficialmente castigado y nadie se sentirá estimulado a mejorar. Total... ¿para qué?
Resulta curioso que el gobierno no advierta que este tipo de políticas, tan agresivas hacia los que hacen mover la economía, terminará generando una contracción, sea como fuere. Es una película que todos ya vieron y que todos conocen su final.
La inquietud, la preocupación y el temor de muchos ciudadanos ante el atropello del Estado succionador sólo va a generar muy negativas consecuencias en las más diversas áreas. El incremento de los alquileres es un dato revelador que lo acaban de reseñar especialistas muy próximos al propio gobierno. La construcción de viviendas notoriamente se afecta con el nuevo mapa tributario. Ya es un rumor a voces lo que pretenden hacer algunos profesionales para evitar la presión tributaria. El mercado negro y el informalismo van a festejar. Y la plata de muchos se va a ir a bancos del exterior para no volver jamás. Son sólo las primeras señales de un desastre que no se entiende como no se lo advierte desde las alturas gubernamentales.
Por cierto, es casi una ofensa considerar a los uruguayos conejillos de indias al anunciar que si algo sale mal con estas reformas, se las corregirá oportunamente. La ciudadanía no está para que la vayan tanteando y que se juegue con el destino nacional de una manera casi frívola. Es injusto con todos los uruguayos plantear las cosas de ese modo tan superficial y tan doloroso a la vez.
Lo único que nadie podrá decir es que no se levantaron voces anunciando la tormenta. Lo hemos hecho en la medida de nuestras posibilidades y lo seguiremos haciendo, por la defensa de los derechos adquiridos de aquellos que, de un día para el otro, verán cómo el Estado se los lleva por delante de la manera más grosera posible.

miércoles, diciembre 13, 2006

PINOCHET HOY, FIDEL MAÑANA

(Publicado - El Observador 13/12/06)
La muerte de los dictadores es uno de los episodios que, cuando nos toca vivirlos en tiempo real, generan las más diversas reacciones. Los dictadores son seres deleznables, que el día que rompen el modelo democrático saben que hicieron un pacto con el demonio y que, de una forma u otra, van a pagar por sus consecuencias. Alguien paga sus atropellos, sus violaciones a los derechos humanos, sus sueños megalómanos delirantes. Siempre alguien paga esa factura.
Lo que resulta extraño es que, para analizar con inteligencia una muerte, se busquen expresiones diplomáticas para decir —en el fondo— que dejó de existir un ser maldito, que si no hubiera nacido habría sido mucho mejor para todos. Supongo que la muerte tiene alguna magia. Esa u otra. En nuestro país también se advierte cómo la muerte de gente increíble, produce una beatificación automática. Y esos personajes —hasta ayer rechazados— ahora en el otro mundo son mitologizados de manera inimaginable.
Pinochet fue un golpista de la peor calaña, un militar que traicionó su juramento constitucional, al Presidente que lo designó y depositó su confianza en él, a su corporación y al pueblo chileno. Fue también un personaje corrupto, que se hizo obscenamente rico de una manera que algún día habrá que terminar de aclarar.
Es cierto, sí, que en lo económico supo orientar a Chile hacia un Estado más eficiente y una economía moderna (contando con la fuerza bruta para licuar los costos del experimento, claro). Pero nada de ello lo disculpa en lo más mínimo. Ni siquiera sirve como argumento de nada, porque el terreno del Estado de Derecho nada tiene que ver con el de la economía y el bienestar. Los que argumentan así, en el fondo nos están estafando, porque están mezclando agua con aceite. Es equivalente a la “justificación” de las violaciones a los derechos humanos en la Cuba de Fidel, en razón de sus supuestos éxitos en el campo de la salud o la educación. ¿La prosperidad —aun si fuera genuina— valida el paredón, la capucha, la picana, las mazmorras y las fosas comunes?
Claro, estamos en un tiempo en el que los antiguos movimientos revolucionarios latinoamericanos viven su mejor hora. Reinterpretan la historia como lo desean. Se exhiben “robinhoodescos” y todo el río de sangre que hicieron correr, se lo disimula de manera elegante por razones ideológicas. Y como en esa lógica los enemigos tienen que ser verdaderos enemigos, eso hace que aún sean más horrendos los atropellos de los golpistas. Por eso Pinochet, que es espantoso y que no necesita de la militancia política de nadie para ser rechazado, va a ser recordado bajo una dudosa lógica bipolar, lo que tampoco es demasiado aconsejable.
No logro entender —no lo lograré entender jamás— cómo un régimen político pudo asesinar a más de 3.200 personas por pensar distinto. No logro entender el fascismo mental de esas bestias que se arrogan el derecho de cercenar la vida del otro por instaurar y defender sus modelos políticos. Me resulta inconcebible. Tan inconcebible como alguna gente cuerda, que vitupera contra Pinochet, pero cuando se habla de Fidel Castro y su sistema totalitario, no logran advertir que son hermanos de sangre, de sangre de las víctimas asesinadas por sus sueños de poder personales y mesiánicos.
Es extraño (sería cómico si no involucrara tanto dolor y muerte) que todo el odio hacia Pinochet se transforme en indulgencia cómplice hacia eso otro dictador que, ahora, en sus últimos días, recibe la mirada comprensiva de tantos intelectuales y políticos de la izquierda latinoamericana. Me resulta obsceno ver a Chávez y a Morales idolatrando a ese personaje. Me da pánico y me hace pensar que América Latina no se merece ese destino.
Pinochet y Castro, si hay infierno, van a estar en el mismo recinto. En el de los que no tienen dignidad. En el de aquellos que dañan la raza humana con actos bestiales que, de solo recordarlos, nos parecen mentira. Y en el de los engañadores de mentes que generan imbéciles que, por alguna sórdida razón, los defienden a capa y espada.

miércoles, noviembre 29, 2006

EL PARTIDO COLORADO

(Publicado - El observador 29/11/06)
El Partido Colorado viene de pasar uno de los momentos más dolorosos de su historia, en donde el electorado en la última elección nacional le dio la espalda y donde en estos años ha tenido la obligación de reorientar su actuación día a día con gran dignidad.
No ha sido un desafío sencillo, porque una supuesta bipolaridad del sistema político entre gobierno y oposición pudo haber dejado por fuera de la conversación al partido de Batlle y Ordóñez. Los hechos demuestran que los colorados, con nuestro propio estilo, venimos haciendo las cosas con mesura, como para interpretar los tiempos que vienen, llegándole al país.
Es verdad que los colorados no tenemos —o no exhibimos— el romanticismo y la emoción que tantas veces, con tanto entusiasmo, ponen los blancos en el escenario público. Es cierto que tampoco tenemos ese grado de militancia ortodoxa que tienen los actuales gobernantes al repetir todos al unísono —cuando así se lo proponen— un mismo mensaje, lo que genera una sensación de cohesión a los ojos del observador externo. Pero no es menos cierto que a la hora de encontrar visiones racionales, miradas abiertas, experiencia de gobierno y firmeza, los colorados todavía tenemos mucho para ofrecerle a la república. Yo lo siento así.
En más de una oportunidad se dio por muerto al batllismo en el país. Desde siempre se viene proclamando su defunción, sin comprender que esta línea político-filosófica es evolucionista acorde a los tiempos que corren. Sólo mueren las ideas dogmáticas. Por el contrario, las que son flexibles tienen asegurada su permanencia en consonancia con su adaptabilidad.
Hoy los batllistas ya no creemos en el Estado omnicomprensivo y totalizador. Ya sabemos que por allí no hay destino posible. Sabemos, además, que la buena política es la que plantea un proyecto de país abierto al mundo, que disminuya cada vez más los riesgos planetarios de las inestabilidades económicas, vengan de donde vengan. (En esto el gobierno se hace el distraído y, por un contencioso interno entre modernos y antiguos, viene ganando la pulseada la gerontocracia gubernamental por paliza, al encerrarnos cada vez más y al mirar hacia un mundo laboral cargado de obstrucciones a la inversión, que ya empieza a temer que no siempre tiene el respaldo del Estado de Derecho).
El Partido Colorado que yo imagino tiene que mirar a individuos como Ricardo Lagos, que puso a Chile en las grandes ligas, apostó a la inserción en serio de sus exportaciones y armó tratados de libre comercio con Estados Unidos, primero, y con muchos otros, después, sin prejuicios ni rubores adolescentes. Tendrá que ser un Partido Colorado que le hable al país de los temas del presente y del futuro. La gente quiere saber si es posible ir hacia un país en serio, en el que el Estado no la saquee con reformas impositivas como la que se viene. O con engendros como el que se anuncia en el sistema de salud. La gente quiere saber si sus hijos se podrán quedar acá o si seguirán partiendo hacia el exterior. Y para que se queden, hay que ofrecerles algo que valga la pena y no palabrerío hueco, cargado de buenas intenciones pero con aroma a “naderías” que terminan ofendiendo la inteligencia del ciudadano.
Vienen tiempos desafiantes para los colorados, puesto que si los logramos frenar la prepotencia gubernamental que se advierte, con capacidad de aporte para sugerir caminos imprescindibles a recorrer, nos vamos a encontrar nuevamente con la ciudadanía.
Se trata, entonces, de pensar la política desde una dimensión distinta, porque los tiempos son distintos. Se viene la batalla que defienda al ciudadano atropellado por un gobierno que confunde sus atribuciones con excesos. Se viene la hora de la buena política, del pensamiento humanista y tolerante y de los políticos del nuevo tiempo, que tendremos que conjugar sentido común, aportes inteligentes y fuerte capacidad de negociación. Capacidad que incluye saber cuándo se debe dar un portazo y cuando tender la mano para ayudar, pensando en el país.
Ese es el Partido Colorado que imagino y que —así lo entiendo— demanda hoy la república.

miércoles, noviembre 15, 2006

LA LOGICA OPOSITORA

(Publicado - El Observador 15/11/06)
Hacer oposición no es tarea sencilla cuando los escenarios para la misma son mínimos, cuando no se oyen las señales ciudadanas de medio país y cuando, además, se pasa por encima, cual Atila, a todas las voces que cuestionan el accionar gubernamental. Si la oposición, además, parece un “enemigo” como lo calificó la Ministra de Defensa y no como el adversario normal, que siempre es bueno tener, en fin, entonces las cosas no vienen bien. Y si, por añadidura, los resultados electorales de las elecciones internas del Frente Amplio envalentonan aún más a los integrantes de ese conglomerado político, el panorama adquiere contornos inquietantes.
Es obvio que la calidad y el relacionamiento democráticos se resienten cuando se atropella al Parlamento, pasándole por encima, como una aplanadora, en temas relevantes, como el ingreso de Venezuela al Mercosur, en una sesión a las tres de la madrugada, con un partido de gobierno solo, dormido y superlativamente apurado, haciendo las cosas de manera discutible en lo reglamentario y con una ilegitimidad política obvia. Dicho esto sin arrebatos histéricos.
Es cierto, sí, que ahora hay más “llamados a sala” de ministros que antes, pero ese parece ser de los pocos instrumentos idóneos que van quedando para masificar el mensaje de crítica a la gestión gubernamental.
Por otra parte, no es cierto que las interpelaciones de los períodos anteriores nunca tuvieron consecuencias. Eso es errado porque sí tuvieron consecuencias. Y vaya si las tuvieron. Varios de los ministros que fueron “baleados” en el Parlamento, al poco tiempo tuvieron que retornar a sus domicilios. No fue instantáneo, pero llegó un momento en el que los individuos, por dignidad, sabían que estaban comprometiendo al gobierno y por prudencia, para no debilitarlo más, se retiraban. No tengo que recordar nombres, los memoriosos saben quiénes fueron.
Este gobierno es zombi y autista. No sólo no da el brazo a torcer en algunos casos obvios, sino que además se insiste en el estrellato de ciertas figuras que cada día irritan más y cosechan mayores enojos.
Lo de la Cancillería, por ejemplo, es de Ripley. Todos saben que es el peor Canciller que puede tener el país en momentos normales. Pero en estos momentos, cargados de tensión y dificultades, deviene rotundamente una insensatez tener allí a un ciudadano que no lidera, que tiene pocos amigos en el mundo internacional, que tiene vetos fácticos por parte de países que ni se toman un café con él, que no habla ningún idioma y que ni siquiera en su coalición alguien gasta un minuto en defenderlo. ¿A que parlamentario vimos diciendo algo con convicción sobre este hombre? ¿Hasta cuándo seguirá atornillado a su poltrona del Palacio Santos? ¿Hasta cuándo el Presidente tiene que tener un problema de este tipo? ¿Cuándo vendrá la hora que un Canciller ambiente una cumbre en la que no quedemos pegados por tanta ausencia y tanto “botijeo” al país? ¿Cuándo saldremos del Canciller ideológico del sesenta y pasaremos a un Canciller de todos, que nos haga sentir que las políticas exteriores de Estado son en serio y no un viejo cuplé murguero? ¿Hasta cuándo?
Por eso es seguro que habrá más interpelaciones. Porque desde la oposición creemos que algún día alguien entenderá qué está pasando y, finalmente, se tomarán medidas. Todavía me acuerdo cómo el verano pasado Uruguay se incendiaba con el conflicto argentino y el Canciller viajaba a Rusia con rostro marmóreo a vender manzanas. Surrealista y muy triste, por cierto.
Ya sabemos que se viene un verano caliente con la Argentina, es un dato. Supongo que alguien estará reflexionando al respecto en algún lugar del gobierno, que alguien estará evaluando escenarios hipotéticos, que alguien estará pensando en ser la voz del gobierno. Si todos se van a pescar… bueno, leeremos en La Nación y en Clarín cómo nos atropellan y cómo algún funcionario de cuarta abre la boca para cumplir con el mandado que se le dictará por teléfono celular desde la playa.

miércoles, noviembre 01, 2006

LA “SOROCABANIZACION” DEL GOBIERNO

(Publicado - El Observador 1/11/06)
Si algo caracterizó durante décadas a la izquierda uruguaya fue su capacidad para autoerigirse conciencia crítica de la sociedad. La izquierda siempre contó con potencial para desmenuzar los procesos sociales en base a metodologías de análisis discutibles, sí, pero eficaces a la hora de llamar la atención. Tanto es así que, a pesar de la caída del socialismo real, se continuó insistiendo en la validez de la metodología marxista como instrumento apto para analizar la realidad. Los enfoques dialécticos, la síntesis, la superestructura, la lucha de clases, las visiones gramscianas, en fin, mucho de todo esto permanece aún vivo en la mente de los intelectuales de izquierda. Es que no se puede abandonar de un día para el otro aquello en que se creyó toda una vida.
En ese discurrir, donde los debates son eternos, las “comisiones” todo lo resolverán algún día y donde el mundo asambleístico es la quintaesencia de la democracia participativa, aparecen las “convocatorias nacionales” para discutir sobre “Educación” y sobre “Defensa”. Es pintoresco el asunto, porque mientras los debates en torno a estos temas, supuestamente se están procesando, a la vez las decisiones prácticas se vienen tomando y no va a quedando mucho resultado al final del periplo dialéctico. Las deserciones producidas son un anuncio del desastre.
Resulta increíble que un gobierno que tiene mayorías operativas para signar su actuación con las políticas que entienda pertinentes, tenga una postura errática en temas sustanciales de la vida del país, viva convocando a reuniones de todo tipo y crea que con esa suerte de “sorocabanización” los problemas se resolverán por arte de magia o por el mero transcurso del tiempo. La eterna plática de café, a la que siempre fue tan afín la izquierda teórica, viene ganando su partido. Los “Consejos de Ministros” itinerantes son la estrella de todo este jolgorio circense tan peculiar y tan poco proactivo. Las derivaciones de los temas a “grupos de trabajo” constituyen otra particular seña de identidad dilatoria que nada define. Y el nacimiento de “comisiones” de todo tipo es la otra joyita de toda esta “nada” tan abultada. En fin, gente hablando pero no resolviendo. (Recién, hace unas horas, nació el Frankenstein tributario: dos años para parir ese engendro.)
Ya lo hemos dicho, pero conviene recordarlo: al haber ubicado a los cuadros políticos históricos —gerontes de marca mayor—, con todo su bagaje de compromisos partidarios —y de anquilosamiento mental— se desperdició imperdonablemente una oportunidad de convocar a gente más joven, menos ortodoxa y más moderna, que hubiera podido dar una mano de manera seria y con menos carga en la mochila.
Es cierto, también, que además de la eterna cháchara gubernamental, el prejuicio y el revanchismo también juegan su partido. A varios connotados y connotadas intelectuales de izquierda se los estigmatizó casi como si hubieran colaborado con el régimen nazi y no fueron convocados sino más bien borrados del mapa. Demasiado pecado parecen haber cometido, parece, con su “colaboracionismo” con el “enemigo” en períodos anteriores…
No es posible, entonces, sacar un país adelante desde la charla en el boliche como núcleo central de los asuntos de Estado. Gobernar no es dar charlas en los comités de base, o hacer posicionamiento y perfilismo para las elecciones internas de la “fuerza política” de gobierno. Tal actitud, inclusive, puede llegar a extremos que ofenden al ciudadano de a pie. ¿Qué le importa a la gente la lógica de poder interna de los gobernantes? ¿Cuál es la razón por la cual la gente que votó al gobierno —y aquellos que no lo hicimos— tenemos que presenciar que quienes fueron electos para gobernar hoy estén metidos en competencias internas que le sacan tiempo a la resolución de los problemas del país? ¿Para tales menesteres se les paga el sueldo? ¿No hay, acaso, una Constitución que ordena que se hagan elecciones internas al final del período para evitar —¡justamente!— este tipo de distracciones?
Y después montan en cólera cuando los critican…

miércoles, octubre 18, 2006

LA GERONTOCRACIA GUBERNAMENTAL

(Publicado - El Observador 18/10/06)
Nuestros ministros son adultos mayores reconocidos. Muchos de ellos tienen más de 70 años. Tienen, además, una mirada anclada en los años ‘60 y no se han refrescado mucho en el aggiornamiento del pensamiento político moderno.
En tal sentido, nuestro gabinete nacional me hace acordar a los consejos de ancianos de los griegos, en los que el tiempo pasaba lentamente y donde las decisiones “sabias” había que esperarlas un largo periodo si no se construían los entendimientos del caso. La sensación de “letanía” se iba imponiendo, mientras la vida iba pasando.
Estamos ante un caso particular de gerontocracia gubernamental, que afecta las necesidades de un país que sigue perdiendo tiempo y oportunidades que no habrán de volver a pasar. En el Uruguay no existe la sensación de que la vida va a mil en el planeta y que hay que poner esa frecuencia para estar en la conversación cotidiana. Acá, hasta el gobierno parece creer que hay tiempo, que no hay que precipitarse, que más vale ir despacito para no macanear. Entre mate y mate, pareciera que tenemos todo el tiempo del mundo para salvarnos. Total estamos tan bien…
El “tren” del que alguna vez habló el Presidente —y que luego no se animó a abordar— hubiera sido visto de otra manera si el gabinete tuviera veinte o treinta años menos de los que promedialmente posee. Porque es imposible pedirle a gente con una mirada muy antigua, con muchos años arriba y con pocas ganas de asumir riesgos, que asuma ese comportamiento cuando ya las cabezas y los físicos se lo impiden. Los inviernos son terribles para nuestro gabinete, pero por suerte ya llegó la primavera.
El Uruguay debe comprender que si no acepta integrar a las generaciones intermedias y jóvenes en el accionar gubernamental, va a seguir produciendo resultados conservadores. En el fondo, haber negado el TLC fue un reflejo terriblemente conservador.
Y otro tanto debería hacer con las políticas de género. Resulta increíble que la izquierda uruguaya, siempre tan presta a la crítica del otro, una vez llegada al poder haya posicionado a tan pocas mujeres en el ámbito de la toma de decisiones. Y, en todo caso, las mujeres que se destacan tienen todas un contingente de años que inevitablemente hace que sus miradas despidan un aroma “retro”. No se visualizan mujeres de 20, ni 30 o 40 años. Hay que tener más de medio siglo para estar en la conversación.
Obsérvese que los emprendimientos que en el mundo tienen éxito saben fusionar con sabiduría alquímica el aporte de todas las generaciones, pero siempre —inevitablemente— los que están a la cabeza son generaciones jóvenes que tienen el potencial, la resistencia y las ganas como para librar batallas en las que el horario y los problemas se los pueda encarar con un empuje vigoroso y con un talante en el que el físico no sea un problema.
El Presidente en algún momento introducirá cambios en el escenario gubernamental. Sería positivo, entonces, que refrescara algunos ministerios con gente bastante más joven en relación a los gerontes que hoy pueblan su gabinete. De seguro nos va a venir bien a todos, porque aunque discrepemos frontalmente con ellos y ellas, por lo menos veremos a gente que libra batallas con todo el potencial posible. Con mucho respeto, resulta inadmisible que, por los motivos que fueren, algún ministro se desaparezca de la escena más de 40 días. No es bueno para el país, no es bueno para el gobierno, y no es bueno para nadie.
Ser progresista —imagino—implica serlo de verdad. Pero si sólo se hace “progresismo” con la barra veterana de amigos ideológicos de siempre, con las mismas ideas milenarias de toda la vida, bueno, en fin, es entonces un “progresismo” muy “a la uruguaya”. Un progresismo veterano.

miércoles, octubre 04, 2006

¿HACIA UN URUGUAY ORGULLOSAMENTE TERRAJA?

(Publicado - El Observador 4/10/06)
El Uruguay está viviendo un proceso de fuerte decadencia en sus valores centrales de convivencia social. Cada vez es más frecuente advertir expresiones insólitas, de un grado de chabacanería y ordinariez sin parangón. Desde publicidad televisiva de Sprite, en donde la gracia es ver como los bebedores de tan efervescente bebida eructan cual hipopótamos en celo, hasta la venta de preservativos en las que se pasa el límite de respeto por la mujer, con algunas manifestaciones francamente irreproducibles.
Si a ello le agregamos el proceso de “planchización” que se vive por todos lados, en donde buena parte de las jóvenes generaciones hablan con monosílabos —porque piensan con monosílabos—, el panorama se muestra aterrador.
No se trata de creer que tenemos que apelar a una sociedad en la que la intelectualidad lo sea todo, y en donde se discuta en torno a Huntington o se comenten los artículos de Morales Solá, pero tampoco este descampado en el que lo “berreta” nos viene ganando a pasos agigantados y donde, además, muchos se ufanan de esa postura.
Tampoco el lío son las “malas palabras”, porque todo depende de su utilización y del contexto en el que las mismas son dichas. A Cervantes nunca se le cobró ninguna cuenta por hacer uso de las mismas, pero —claro— no abusaba de ellas y no eran su muletilla. Hoy, es común la banalización de estas expresiones y es una lástima, porque su aplicación también debe ser muy mesurada y no transformarse en un elemento corriente del paisaje urbano.
El gobierno está en el limbo ante esta evidencia. Nadie asume que el rescate de la lengua es, además de superlativamente útil, un verdadero recurso de identidad de un país. Lo que nos sucede, entonces, es trágico, porque entre las fronteras y sus fuertes influencias y la permisividad capitalina, nos fuimos al garete con los básicos de nuestra comunicación.
No sé si a ustedes les ocurre, pero encuentro que hay uruguayos relevantes de los distintos medios en donde actúan a quienes ya no les entiendo lo que hablan. Es tal la decadencia que, en varios casos, ni se comprende lo que quieren decir. Hay que desencriptar los mensajes para, por intuición, captar lo que dicen.
Ya sabemos que la reproducción uruguaya tiene lugar en los ámbitos de contexto más crítico. De los 47.000 nacimientos al año, más de 27.500 ocurren en hogares deprimidos, donde la “ignorancia” es una de las claves centrales de esos ámbitos de socialización. El país, de seguir así, se bolivianiza a pasos agigantados y puede terminar en cualquier cosa decadente.
Esto es parte de lo que habría que ver rápidamente. En vez de regalar plata de manera indigna a los más carenciados, hubiera sido mejor invertir en modos alternativos de resocialización. Este es uno de esos objetivos que son trascendentes, que salen de la política menor y que debiera ubicarse dentro de una política de Estado en la que todos tuvieran algo que aportar.
El gran debate educativo nacional parece ignorar este tipo de problemas. Y es curioso porque esta es una señal de fragmentación de una sociedad que se llenaba la boca por ser inclusiva e integradora.
La cosa entonces no cambia automáticamente por cambiar las simbologías (ayer Don Pepe y Saravia, y hoy El Che y compañía). Es mucho más complejo el asunto y solo aceptando que el desafío es enorme se podrá construir una respuesta acorde a la dimensión del problema. Pero, como todo, hay que empezar por aceptar la encrucijada en la que se está. De lo contrario nos seguiremos hundiendo en un pozo negro con rostros de felicidad al sonar rítmico de alguna cumbia villera de moda.


miércoles, setiembre 20, 2006

EL PAIS DE LOS PREJUICIOS

(Publicado - El Observador 20/09/06)
No es fácil saber exactamente cuál es la personalidad de una nación. Existen, empero, ciertos lugares comunes en los que todos nos reconocemos en esta tierra: gente tranquila, sentido fraternal en la convivencia cotidiana, no muchas ambiciones en términos generales, negación expresa del éxito ajeno, desconfianza hacia el poder. En fin, nadie puede decir que soy muy original al pintar —con trazo grueso, sí— sólo algunos de los diversos rasgos en los que —para bien o para mal— todos nos podemos reconocer como uruguayos.
Lo que me asombra, últimamente, es que al país le empiezan a conquistar el alma ciertos nuevos (¿nuevos?) prejuicios —que pueden con el tiempo devenir marcas de identidad— pero que sólo son hijos de la ignorancia y que obedecen a una decadencia cultural que nos puede dejar por el camino en la noche de los tiempos.
Todo el maniqueísmo que se construye a favor y en contra del TLC, o a favor y en contra del Mercosur, es sólo una tímida señal de lo que estoy refiriendo. Los defensores del TLC se sienten tentados a blasfemar contra el MERCOSUR. Los “mercosureños”, por su lado, creen tener derecho a escupir en la cara de los estadounidenses. En realidad, nadie formula aportes demasiado serios en relación al formato definitivo en que quedarán las cosas ante un acuerdo de esta naturaleza. Ganan por paliza los prejuicios de un lado y del otro. Antes de pensar a fondo, ya se tomó partido. Son no pocas las oportunidades, entonces, en las que los uruguayos terminamos trenzados, los unos contra los otros, sólo por las tapas de los diarios, sin saber si el debate tiene mérito o no.
Ahora con el tema de los militares en prisión ocurre lo mismo. Son pocos los que miran toda la película. Hay mucho sentimiento de venganza en el oficialismo, al que visten de formato jurídico, pero en el fondo les gana el prejuicio en torno al pasado. Del otro lado, ya se advierte que hay señales de crispación que no son ni estimulantes, ni tranquilizadoras, también basadas en prejuicios de un primitivismo atávico. Por supuesto, en el medio hay segmentos de población que empiezan a tomar partido como si se tratara de una contienda deportiva. Y los prejuicios ciudadanos aparecen a flor de piel. Lo advierte cualquiera.
Un país deja de ser ignoto el día en que su población tiene mejor educación y la sociedad es más culta. Acá nos creemos cultos porque hay niveles fuertes de alfabetización y no advertimos que la cosa es más profunda que saber leer y escribir —y con frecuencia alarmante, hacerlo mal. Y no se trata de que la población discuta al nivel de Sócrates o los teólogos escolásticos, pero no es sensato vivir en un ambiente en el que el grito de la tribuna orienta el destino nacional. Porque supone sumirnos en la mediocridad más absoluta y aterradora.
Para muestra basta un botón: el oficialismo siempre defendió un discurso humanista, tolerante y comprensivo hacia la minoridad infractora. Ahora aterriza un proyecto que sólo se ocupa de la faz preventiva y represiva y nada aporta a lo medular del problema. Nada habla de rehabilitación. ¿No era que este tema requería un enfoque integral, que sin duda lo requiere? ¿No era que con la inflación penal íbamos mal? ¿Sólo eso se les ocurrió para la cambiar el Código de la Niñez? ¿Dónde están las mil ideas que recitaban antes?
No nos hace bien regodearnos en los prejuicios de manera militante. Cuando el Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca insiste en la propiedad de la tierra y su rechazo a las sociedades anónimas al portador, en el fondo le gana el prejuicio con respecto a esas formas de titularidad de la propiedad. Y hace mal, muy mal, porque ese no debiera ser su eje de preocupación. Lo importante, en mi visión, sea quien fuere el propietario, es que se trabaje esa tierra, que multiplique su productividad y que aporte sustantivamente al ciclo económico. Presionar para saber quién es el titular y rechazar la inversión externa de esa forma, es un acto poco inteligente y, al final, dañino para el país.
Una vez más, en esos planteos ganaron los prejuicios. Sería hora de abandonarlos para siempre, porque se nos puede escapar el destino del país si seguimos tirando de la piolita. Un día se rompe. Y se rompe para siempre.

miércoles, setiembre 06, 2006

CELEBREMOS PERO MARQUEMOS

(Publicado - El Observador 6/09/06)
Ortodoxia fiscal y monetaria —al menos en la retórica—, empeño en profundizar la apertura comercial, rechazo a las refinanciaciones genéricas por vía legal. Y ahora, además, apuesta a una reforma del Estado que pase por la desmonopolización y asociación de las empresas públicas. En definitiva, una serie de cambios no en la orientación general que ha recorrido el país en los últimos veinte años, sino en el discurso y acción política que la llamada “izquierda” desarrollara hasta el 31 de octubre de 2004. Cambios tan profundos que han sumido en la perplejidad, cuando no en el más franco disgusto, al núcleo duro de la militancia frenteamplista.
Frente a tales cambios, la oposición tiene dos caminos posibles. Uno de ellos sería la adopción de una actitud “espejo”: cambiar el discurso radicalmente y ganarle al oficialismo “por la izquierda”, adoptando una pose populista y embistiendo contra esos cambios. Es un camino que a veces rinde en el corto plazo, pero que contribuye a degradar la vida cívica del país. El Frente Amplio a lo largo de los últimos años le dijo a casi todo que “NO” porque pensó en su interés electoral. El otro camino es el que hemos emprendido: celebrar el cambio en el discurso y la acción del oficialismo y adelantar nuestro apoyo a cuanta acción se decida emprender en el rumbo que estimamos correcto. Sin embargo, ello no es suficiente. Como oposición no podemos —no debemos— pasar por alto el cambio de discurso, como si apenas constituyera una anécdota. Porque no lo es. Y no se trata, simplemente, de cobrarse la cuenta. Es mucho más serio el asunto si es que la política es un asunto serio y no un teatro donde hipnotizar a los ciudadanos y luego hacer lo que nos plazca con ellos.
En primer lugar, ganar las elecciones con un discurso y, luego de acceder al gobierno, arrojarlo por la borda y asumir otro completamente diferente, socava la confianza ciudadana en los actores políticos y —por esa vía— en el sistema todo. No debería ser gratuito para nadie apelar a la filosofía del “así como te digo una cosa, te digo la otra”. Supondría elevar al cinismo a la categoría de virtud cívica. Degrada el concepto de que la actividad política es un servicio público y abona la percepción nefasta que los discursos son, apenas, cáscaras vacías con las cuales disfrazar la más descarnada sed de poder. Los colorados, al menos, no estamos dispuestos a que la vida política del país se degrade de esa manera y sentimos que debemos levantar la voz.
Y en segundo lugar, tan imperdonable como bastardear la política es haber obstaculizado el progreso del país, retrasando la introducción de reformas que —ahora se admite— eran necesarias. Obstaculización perpetrada a través del ejercicio directo de acciones políticas (referendos, por ejemplo), pero también alentando entre vastos sectores de la ciudadanía la creencia equivocada de que todo podía dejarse como está y que sólo hacía falta rectitud y voluntad política para emprender un rumbo de felicidad decretado por el Estado. Esa acción cultural también contribuyó a retrasar reformas fundamentales, porque las deslegitimaba. El realismo mágico en política siempre es criminal.
Ahora el oficialismo emprende —y aspira a profundizar— el camino que ya otros habíamos recorrido, pero lo hace con espíritu fundacional, como si hubiera descubierto la pólvora. Acompañaremos, lo que corresponda —como es deber de todo buen ciudadano— siempre que entendamos que el rumbo es correcto. Pero no por ello habremos de silenciar la voltereta. Sería injusto y poco digno.

miércoles, agosto 23, 2006

LIQUIDEN A SOLODUCHO

(Publicado - El Observador 23/08/06).
Tal parece ser el talante con el que el gobierno vino actuando en relación al conflicto “sui géneris” que se vivió —y aún persiste— en Dancotex. A esta altura, parece lamentable que haya tanto empecinamiento y que se evalúe todo lo sucedido como una pulseada de poder. No es justo para nadie y todos pierden. El patetismo de la situación es evidente.
Este gobierno cree que tiene que ser pro-operario y que ello lo obliga a ser anti empresario. No entiende lo esencial. Hoy ser pro-operario implica también ser pro-empresario para que el titular de la empresa no se funda y, con ello, no lleve al hambre a todos los trabajadores de su empresa. Es el dos más dos. Sólo visiones muy radicalizadas, con aroma revanchista, permiten ver otra cosa. Por algo ha habido tantas idas y venidas, con actuaciones judiciales valientes y con gobernantes lamentables, que no ayudaron a cumplir lo que ordenaba la Justicia. Hacerse de sus bienes parece una proeza en este país.
Acá se ha pulverizado todos los principios legales básicos. Una huelga que no es tal. Una ocupación con guardia gremial, y cobrando pero sin trabajar. Los trabajadores que cobran el seguro de desempleo sin saber cómo termina todo. Y un caso emblemático que se constituyó en el peor ejemplo de lo que se empieza a vivir con tanta anarquía y tantas ocupaciones.
Porque esa es la verdad, los límites del Estado de Derecho, o sea las certezas de las normas legales, se han borrado porque hay que expropiar los medios de producción a sus titulares actuales para que los trabajadores, por algún mecanismo, se hagan de ellos y los exploten. Ese —parecería— es el verdadero sentir gubernamental. El empresario, en la mirada del gobierno, es un comisionista que intermedia y punto. Nada vale su espíritu de riesgo, su creatividad y su liderazgo. Nada vale su inversión, nada vale el derecho de propiedad. Nada valen sus contactos para colocar sus productos. Nada vale nada. Sólo el derecho al trabajo descolgado del mundo real. Es una mirada siniestra, sólo fruto del dogmatismo ideológico.
Aunque parezca increíble, esta óptica del otrora socialismo real, es la que impera en el equipo del Ministerio de Trabajo. Siguen desconfiando del empresario, creyendo que es un oligarca explotador, al que llegó la hora de ponerlo en su lugar. Pero, claro, no saben ni cómo, ni de qué forma, sólo saben que lo tienen que combatir por vendetta filosófica.
El Uruguay, con esta nueva dirigencia sindical poderosa, empieza vivir su peor infierno. Los gobernantes todavía no advirtieron que tiene más poder la central sindical que todo el Frente Amplio junto. Esta película, además, ya la vimos en la Argentina, donde la dirigencia sindical, con recursos económicos, maneja el poder de una manera que causa estupor. Si tendrán plata, acá, que quieren comprar un canal de televisión. El nuevo marco normativo les amparó el descuento sindical automático sobre los salarios, todo lo cual los está haciendo cada vez más ricos. Y, lógicamente, hoy todo el mundo se quiere sindicalizar, porque el gobierno está en esa sintonía. Bienvenidos al club del nuevo poder corporativo del Uruguay.
Si algún despistado cree que esta líneas son para defender los derechos de Soloducho, al que premeditadamente quieren pulverizar en forma ejemplarizante, pues sí, eso es este artículo. También es una defensa acérrima a las fuentes de trabajo que ese hombre impulsó. Las que pudo, las que le dejaron. Las que se podían salvar, porque son indisolubles ambas situaciones.
El Ministerio de Trabajo viene perdiendo la brújula. Las ocupaciones proliferan, los inversionistas desaparecen y se está ambientando la peor política laboral de los últimos tiempos. Creyendo que defiende el derecho al trabajo, está matando al trabajo verdadero. Sería bueno que recapacitaran antes que no quede nadie. Como decían ellos: el último en irse, que apague la luz.

miércoles, agosto 09, 2006

10 MACANAZOS 10

(Publicado - El Observador 9/08/06)
1. Sostenían que tenían una idea acabada del impuesto a la renta de las personas físicas. Nos mintieron. En la elección anterior manejaban parámetros que hoy ya ni recuerdan. Y lo que es peor, todavía no se sabe qué van a armar en relación a este impuesto porque la pelea interna los tiene alborotados. No tenían nada armado.
2. Señalaban que las concepciones clientelísticas eran el monopolio de la decadencia de los partidos históricos. Marina y su familia (presente y futura) nos demuestran que no hablaban en serio. Bueno, el propio Presidente Vázquez, al ubicar a su hermano, ya dio un portazo a todo el principismo que verbalizaban. Qué pena, mentían.
3. Afirmaban que eran humanistas y que las visiones de “inflación legislativa” en materia de seguridad pública eran un modelo autoritario que no daba resultados. Se dieron vuelta en medio del río, pegaron un bandazo y ahora asumen el discurso lógico: más firmeza y más sentido común en la legislación con la minoridad infractora y un marco lógico para la actuación de la policía. Aprendieron, aunque se contradijeron abiertamente. En este caso, el macanazo pasa por el doble discurso.
4. Decían que asociar a Ancap con privados era negativo. Convocaron a la gente con esta consigna. Declararon la guerra política por esto. Ahora empiezan a recorrer el camino para terminar haciendo lo que negaban. Nuevamente, el doble discurso.
5. Firmaron proyectos de ley para eliminar el endeudamiento del agro. Ahora no quieren oír hablar del tema. Decían que lo afirmaban para emitir señales. Se rieron de la buena fe de alguna gente. Ahora hay que esperar a que se produzca el milagro del entendimiento entre ellos. Hacían demagogia.
6. Ilusionaron a mucha ciudadanía incrédula con el argumento del “país productivo” y después se afiliaron a la tesis de que las ocupaciones son extensión del derecho de huelga. Ahora hay miedo de invertir. ¿Qué ocurrirá cuando los vientos económicos favorables que soplan desde el exterior dejen de hacerlo?
7. Se mostraban plurales. Y como “izquierda” que son, se suponía que sus márgenes de tolerancia deberían ser amplios. Sin embargo, el Presidente en la primera de cambio emitió un dictamen autoritario –pensado por cierto- para amedrentar a los medios de comunicación y generar un proceso de autocensura. Intolerancia meditada.
8. Desde hace años vienen sosteniendo que los Estados Unidos son el demonio en la Tierra. Con los gringos, nada. Ni ALCA, ni nada. Sin embargo todo indica que van a recorrer el camino de algún entendimiento con George W. Bush y lo denominarán de cualquier forma menos TLC para contentar a la barra compañera. Le pondrán alguna pildorita esotérica para dejar feliz al Canciller, pero van a terminar firmando algo. Sólo un marciano no entiende que eso es buen negocio para el país, más aún en un escenario en el que Argentina y Brasil no nos hacen las cosas sencillas y nos botijean todo lo que pueden. Kafkiano.
9. Se mostraban austeros y criticaban cuanto viaje emprendían los gobernantes anteriores. Ahora no se bajan de los aviones. Participan de cuanto evento aparece en el horizonte. Y quieren comprar un avioncito para tener más flexibilidad horaria. Esas cabecitas volaron con el poder, entre los secretarios y las alfombras rojas se les quemó la brújula. Caretas.
10. Nos prometieron que los chiquilines pobres saldrían de las calles. Siguen allí. Pidiendo limosna. Y los nuevos burócratas no parecen ya tener la sensibilidad de antes. ¿Se habrán olvidado de lo que decían? ¿Sabrán cómo encarar estos dramas o eran puro voluntarismo? Sin comentarios.
Lo complicado de todo esto es que se va dañando la calidad de la democracia. La rebaja y la hacer decaer. Con tanto macaneo y tanta prepotencia, el Estado de Derecho se erosiona. Ya lo tendrían que saber. Por el bien de todos convendría que rectificaran algunos rumbos.

martes, agosto 01, 2006

Carta - Transparencia Internacional

Montevideo, 31 de julio de 2006.

Sres. De Transparencia Internacional

De nuestra mayor consideración.
En el Uruguay se viene produciendo una situación compleja en la que un funcionario público de enorme jerarquía institucional, como lo es el Secretario de la Presidencia de la República, Dr. Gonzalo Fernández simultáneamente a su labor pública mantiene vinculaciones y asiste en casos jurídicos a eventuales evasores del Estado que litigan contra el mismo.
En nuestra opinión este es un capítulo “delicado” en la vida democrática y cívica del Uruguay puesto que el funcionario en cuestión posee rango ministerial, es la cabeza jurídica de la Presidencia de la República y es, en los hechos, la mano derecha del Presidente actual, Dr. Tabaré Vázquez. A su vez es un catedrático reconocido en su materia lo que le genera una enorme visibilidad en su área de influencia.
La figura del Secretario de la Presidencia, al igual que la del Director de Planeamiento y Presupuesto revelan un enorme poder porque poseen todo el peso y el rango ministerial verdaderos espacios de decisión de marca mayor.
Claramente, el Secretario de la Presidencia, puede ejercer un poder de influencia sustantivo en todas las decisiones jurídicas que el Estado compromete. Además participa de los Consejos de Ministros donde cada ministro advierte en esa figura a un severo controlador de las normas públicas.
De un tiempo a esta parte, el diputado Jorge Gandini integrante de la oposición política, al igual que nuestro caso, viene sosteniendo que son más de una decena de causas jurídicas en las que el Secretario de la Presidencia uruguayo se encuentra ubicado en los dos lados de la calle: actuando como defensor o asesor legal de empresas que tiene contenciosos con el Estado, más precisamente con el área de evasión de impuestos a cargo de la Dirección General Impositiva y manteniendo su cargo gubernamental sin siquiera ensayar algún tipo de disculpa pública. Esto es impactante para cualquier observador desapasionado.
El Secretario de la Presidencia también, en nuestra mirada, ejercita –aunque no fuera tal su voluntad- una presión indirecta sobre los fiscales de la nación al depender todos ellos del propio Poder Ejecutivo. Resulta entonces, que así nace una situación harto embarazosa, en la que los fiscales podrán en más de una oportunidad, tener que actuar en juicios en los que este jerarca fuese la contraparte por parte del sector privado, supuestamente infractor. Inclusive ya no son pocos los que ahora se sienten defraudados por el talante de este funcionario al no tener una dedicación exclusiva como correspondería a la jerarquía de su función. Al fin y al cabo, no se trata de un funcionario público cualquiera, es de los pocos cargos con enorme potencia que la Constitución procuró dotar de amplio margen de actuación. No se comprende como no repara en este tema ético de enorme sensibilidad. Nuestra posición es clara: debe optar por un camino o por el otro.
La legislación uruguaya posee decretos y leyes que permiten preguntarse si el principio sagrado de la imparcialidad, que obliga a conferir tratamientos de igualdad a todas las personas en lo que “refiera o se dirija su actividad pública”, efectivamente se está cumpliendo.
Cabe preguntarse si es moralmente correcto el posicionamiento que este funcionario denota al actuar de esta forma. En nuestra opinión cualquier código de ética muestra que no es aceptable esa doble función. (Es más, la propia Dirección General Impositiva, por suerte, ensayó el camino de la prohibición expresa a sus funcionarios técnicos que asesoraban en casos contra la Administración Pública.)
Por su parte, en nuestra mirada, el Código de Ética que rige el comportamiento de los abogados en el Uruguay es contrario a este tipo de prácticas. Correspondería entonces analizarlo. También es necesario revisar el decreto 30/003 del 23/01/03 que construye la obligatoriedad del funcionario público de poner “preeminencia del interés público sobre cualquier otro”.
Por todo lo presente, deseamos saber entonces atento a lo descripto – y los convocamos a chequear la información in situ si así lo entendieran pertinente - si estos casos son comunes y aceptables en los países que ustedes conocen en base a los capítulos que allí tienen instalados.
Deseamos saber además, cual es la experiencia de los países con bajos niveles de corrupción en los que se logra separar nítidamente la función pública y la función privada con resultados a la vista.
Deseamos saber también si existe algún protocolo estándar en el que estas infortunadas situaciones se prohíban expresamente. Atento a toda la experiencia internacional que ustedes poseen, nos resulta imprescindible requerir vuestra opinión.
Desde ya agradecemos vuestra atención y esperamos vuestra respuesta.

Saludan atentamente,
Bancada de Legisladores del Foro Batllista – Partido Colorado - Uruguay
Dr. Washington Abdala wabdala@parlamento.gub.uy
Ing. Guido Machado
gmachado@parlamento.gub.uy
Sr. Tabaré Hackenbruch
thackenbruch@parlamento.gub.uy
Sr. Gustavo Espinosa
gespinosa@parlamento.gub.uy
Sr. Germán Cardoso
gcardoso@parlamento.gub.uy


miércoles, julio 26, 2006

¿HABRÁ CAMBIOS COLORADOS?

(Publicado - El Observador 26/07/06)
Algunas cosas están pasando adentro del Partido Colorado y no es para menos. El desastroso resultado electoral movió las fibras más íntimas de un colectivo humano que sabe que tiene que cambiar para adaptarse a los nuevos tiempos.
Por cierto, no se trata sólo de una nueva organización interna más abierta, más ventilada, con más descentralización­­­ y con apertura hacia las nuevas generaciones junto a encares de género. Eso está bien, pero no alcanza. Hay que hacer mucho más.
Hay que sincerar el discurso ideológico de un partido que curiosamente ganó por fuera lo que las urnas no le reconocieron. Hablar hoy de aporte privado en empresas públicas, procurar acceder a nuevos mercados sin miedos ideológicos retardatarios, aceptar las reglas de la macroeconomía, insistir en la inversión nacional y extranjera como plataformas de despegue, son todas banderas por las que dimos todo y, en su oportunidad, la ciudadanía nos dio la espalda. Ahora, con otros actores en el gobierno que –paradójicamente– a casi todo esto antes le dijeron que no, la historia nos da la razón. Pero hay que hacer más
Los colorados tenemos la obligación de analizar nuestra visión ideológica y aterrizarla dentro del debate entre el liberalismo y la socialdemocracia, ejes éstos que de alguna manera enmarcan las contiendas de la civilidad presente y futura. Es cierto que tenemos allí un contencioso que sólo el ciudadano laudará. Está claro que algunos colorados quieren menos Estado y deberán verbalizar sus propuestas. Y está claro que otros colorados quieren un Estado más eficaz, no necesariamente voluminoso pero protagonista significativo de algunos cambios sociales. ¿Son matices? ¿Hay una profunda diferencia en cómo imaginamos la sociedad del futuro? ¿Dónde están los puntos de entendimiento de la nueva matriz batllista? Estos son algunos desafíos que tenemos que empezar a sincerar y procesar cuanto antes. Y la creación de un Congreso Ideológico que se reúna con cierta periodicidad, con documentos de base, para ir discutiendo un nuevo diseño de sociedad, será un instrumento imprescindible. Pensar y discutir para hacer y no improvisar.
El siglo que se fue, entre muchas cosas, estuvo marcado por el rescate de los derechos humanos. El Uruguay aún hoy sabe que esto es cierto. El tiempo que viene está signado por el compromiso ético. En esto, también, los colorados tenemos que adentrarnos sin temores, haciendo gala de la construcción de estos motores de dignidad que nos permitan actuar y sentir que estamos haciendo lo correcto. Por eso la instalación de una Comisión de Ética y Disciplina partidaria, con carácter permanente, dentro del colectivo colorado, con el mandato adicional de aportar un código de comportamiento partidario, es una buena nueva que debe percibirse como un paso positivo. Cuanto más ética, más credibilidad para cualquier partido político.
Por cierto, sólo esto no alcanza para superar la adversidad. Luego vendrán las mujeres y hombres que hacemos el cotidiano de este partido, los que tendremos que irnos adentrando en los desafíos de las próximas horas sabiendo que sólo asumiendo riesgos se conquista el porvenir. Sólo comprometiéndonos con un rango de prioridades y el necesario relevo generacional, se entenderá lo que queremos reconstruir. Y eso pasa por hablar claro, asumir algunos compromisos básicos, volver a apelar a la lógica colorada del buen relacionamiento interno y levantar las banderas del humanismo batllista que –creo– están metidas en buena parte de la cabeza de la sociedad uruguaya.
Por algo será que todos estos días hay tanto debate sobre el grado de batllismo del país. Por algo cierto jerarca de gobierno explícitamente expresa que nos quiere aniquilar. De seguro, tan poca cosa no debemos ser para generar tanto revuelo.
Se trata entonces de hacer los cambios que la hora impone, ambientar los espacios para cambiar al Partido Colorado y atreverse a desafiar el presente de manera proactiva.

miércoles, junio 28, 2006

YO NO LOS VOTÉ

(Publicado - El Observador 28/06/06)
No son pocos los que por estas horas se muestran asombrados ante la caída en los índices de aceptación que tiene el gobierno en los últimos días. Números más, números menos, el gobierno tiene cerca de un 40 por ciento de aceptación neta. El Presidente, por su parte, cayó y según Factum posee una aceptación superior al 57 por ciento. Esto siempre es así, los presidentes generalmente logran estar por encima de la simpatía de sus gobiernos. Más aún en este caso, donde la pelea y el desgaste lo asumen varios ministros.
Los uruguayos abonamos la teoría de que somos tolerantes, profundamente demócratas y nada soberbios. Nos creemos respetuosos del Estado de Derecho, de sus reglas y de cierto estilo humanista al que consideramos una marca de fábrica. Algo está pasando, empero, puesto que cierta “porteñización” nos viene ganando el alma día a día.
Los fallos de la justicia empiezan a ser difíciles de entender para mucha gente. Los magistrados se quejan. Los fiscales también. A muchos integrantes de estas corporaciones les empieza a encantar verse en los noticieros. Un jerarca se va de boca y termina “procesado” por manifestaciones que, aunque discutibles, no parecían revestir suficiente mérito para semejante decisión. Simultáneamente, una medida judicial en un caso muy conocido, no prosperó por un comportamiento judicial intoxicado por la incidencia notoria del poder político. Las ocupaciones de ámbitos laborales ya son relativamente corrientes y ciertas interpretaciones del derecho de huelga entran en un contencioso con el derecho de propiedad donde nadie asume el valor de laudar ese conflicto. Turbulencia a la vista. Ver otra cosa es mentirse. Y no se trata de ser “pro empresario”, sólo alcanza con ser sensato.
El hecho de manejar la tesis reeleccionista del presidente por parte de varios de sus acólitos es una penosa manifestación de algunos que pretenden eternizarse en el poder. Lo gracioso del asunto es que se pasaron la vida argumentando contra esta postura, tanto en l971 como hace pocos años, cuando hablaban de los “superpoderes” presidenciales. Esto también desnuda cierta frivolización del poder que a mucha gente que los votó empieza a caerle gruesa. La alfombra roja, los secretarios, el chofer, las cortes y los medios empiezan a comerle el alma a los autoproclamados principistas.
Ni hablemos de los episodios donde la moral de los gobernantes es puesta en duda. El capítulo “Gonzalo Fernandez” va a ir tomando su justo lugar porque a cualquiera le rechina que con el poder de ese funcionario, se tenga tan proficua actuación —él o su estudio— en los estrados judiciales. Es mala tanta tentación capitalista. Es malo para el país semejante postura de la mano derecha del presidente y de la cabeza jurídica del Poder Ejecutivo. ¿No eran estas cosas las que les objetábamos a los políticos argentinos? ¿No eran estos los argumentos con los que los frentistas decían que los partidos históricos habían perdido la brújula?
En fin, este es el nuevo posmodernismo frentista, en el que ingresamos con bombos y platillos, ahora agarraditos del mesías tropical de Venezuela que viene a hacer su juego al grogui Mercosur. Yo realmente pensé que la alternancia democrática podía traer algún beneficio. En definitiva, uno quiere creer que los que vienen traen una actitud renovadora que a todos nos haría bien. Nunca pensé, en cambio, que sólo la inercia de la economía iba a ser la estrellita de la hora. Nunca pensé, de veras, que en tan poco tiempo tanta gente que abandonó los partidos históricos nos iba a estar diciendo que su comportamiento fue un error. El orgullo frentista que antes se veía por todas partes ha dejado lugar al silencio sepulcral de sus votantes. Ahora nadie parece haberlos votado. Se acabaron las vanidades frentistas de las calcomanías, de las banderas y de espetar en todos lados que se integraba esa coalición. Es curioso que los mitos caigan tan rápido. Quién lo hubiera dicho.

miércoles, junio 14, 2006

FEO, PRESIDENTE, FEO

(Publicado - El Observador 14/06/06)
El reportaje al Presidente de la República en “Código País” demuestra el pobre rendimiento del primer ciudadano cuando tiene que demostrar un mínimo de solvencia y conocimientos básicos sobre los asuntos centrales de la nación.
En lo único que apareció sensato fue en el diferendo con la Argentina. Allí buscó recorrer la línea del entendimiento post La Haya, el cual es un recorrido imprescindible para el país. Por suerte abandonó esas frases tangueras que frívolamente pueden aparecer inoportunas en un momento por demás delicado de la vida del país en la región .
Fue terminante con la política del Cr. Astori, a quien apoyó de manera ostensible, al tiempo que relativizó su respaldo hacia Mujica. Los dados están echados en el gabinete: la movida la sigue ganando el ministerio de la calle Colonia. Será por conveniencia, será por necesidad, será por lo que fuere, pero tal es lo que se desprende de sus palabras. Ahora en mi visión ya no quedan dudas: en algún momento no lejano el Pepe volverá al Parlamento, nadie puede vivir la vida corriendo siempre de atrás sin cosechar algún éxito. Sin respaldo no va a continuar y ese será un momento crítico para este gobierno porque las aguas se van a agitar. El país va a sufrir las consecuencias de este contencioso y el Presidente no viene sabiendo laudar una pelea que a todos los ciudadanos nos va a complicar la vida.
En materia de seguridad ciudadana, el Presidente no dijo toda la verdad las rapiñas y los hurtos, o sea los delitos más frecuentes, son los que han aumentado, y son los que más preocupan al grueso de la ciudadanía. No hace bien el señor Presidente al no relatar toda la verdad porque esto no es una sensación térmica. Su investidura requiere de otra postura, más seria, asumiendo que la seguridad es un verdadero escándalo para este gobierno, por lo que el actual ministro, ya no caben dudas, no es más el hombre para esa posición. Diaz no le brinda tranquilidad a la ciudadanía. ¿Cómo hay que decírselo, señor Presidente?
En relación al capítulo Gonzalo Fernández, fue penoso sentirlo defender la legalidad por no poderse afirmar en un cien por ciento en la moralidad del comportamiento de este funcionario. No es feliz cuando un país tiene que vivir la indelicadeza que un jerarca con rango ministerial conduzca un estudio jurídico que pelea contra el propio gobierno que integra y representa. Eso nos ofende a todos. Y más nos ofende el Presidente cuando habla del sueldo de 1.500 dólares del señor Secretario de la Presidencia casi de manera despreciativa. Cómo se ve que la plata para ambos funcionarios tiene otra dimensión.
Por cierto, poco atinados fueron sus comentarios sobre el tenis, la pintura y los caballos. Todo para mojarle la oreja a los ex presidentes. Eso es jugar en la cancha chica. Sería correcto entonces tomarle la palabra, señor Presidente, y que usted efectivamente ejerciera la medicina como hobby. No es lindo verlo a usted siendo empleado de entidades mutuales que dependen indirectamente de su gobierno. Eso le hace mal a usted y genera suspicacias que siempre conviene aventar. Serlo y parecerlo, querido presidente. Ya que lo dijo, hágalo. Eso le va a hacer bien a su investidura.
En relación a la reelección nos brindó otro triste espectáculo. No solo no la desestimó sino que la dejó para analizar más adelante, con lo cual erosiona y reduce su rol presidencial y se transforma en un cuasi-candidato más. Hace unos años cuando se hablaba de este tema su fuerza política se ponía de punta con estos planteos. En 1971 fueron terminantes. En la última reforma constitucional incendiaron la pradera con los llamados “superpoderes” presidenciales. Y ahora, como empezó la tentación del sillón, conviene empujar el tema a futuro “porque no son tiempos electorales”. Fea actitud de alguien que lleva solo quince meses y ya piensa en la posibilidad de prorrogarse en y desde el poder. Que se vayan despidiendo, entonces, todos los aspirantes a sucesor. Acá se viene la búsqueda por consolidar el poder personal de Vázquez y quien no comulgue con esa forma de ver e interpretar el mundo habrá de ser considerado enemigo de la patria. Y pensar que algunos creyeron que se venía un Felipe González a la uruguaya.

miércoles, mayo 31, 2006

¿TIENE UN SUEÑO EL PRESIDENTE?

(Publicado - El Observador 31/05/06)
Cada presidente que llega al poder viene con un sueño. Es el gran momento político de sus vidas, en el que buscan consolidar un proyecto ideológico en la praxis cotidiana. Cada uno, además, tiene su estilo, lo que hace que hombres de similar divisa tengan acentos, entonaciones y posturas personales distintas. Sanguinetti y Batlle provienen del mismo sector partidario, son del mismo partido, pero cada uno construyó su visión política con dimensiones propias. A su vez, hay diferencias notorias de cómo ven la política con Lacalle aunque las izquierdas jueguen infantilmente a poner todo dentro de la bolsa de la “derecha”. Es evidente que estos tres ciudadanos no piensan igual: el Mercosur, la apertura económica y el combate a la pobreza, son solo algunos ejemplos en los que todo el país sabe cómo reaccionan en forma diferente cada uno de estos actores.
Con el presidente actual nos sucede algo peculiar, porque nadie sabe a ciencia cierta para dónde dispara. Quizás porque no tiene un proyecto filosófico de poder, quizás porque tiene que manejarse entre criterios políticos muy diversos, quizás porque no es un estudioso de lo político, en fin, por lo que fuere el Dr. Vazquez genera más incógnitas que certezas. Para peor, sus posturas erráticas nos confunden aún más. Verlo en Venezuela sacando pecho y apostando a lo antigringo, y luego observar su operación U.S.A. es como para volver esquizofrénico a cualquiera. El día y la noche en cuestión de semanas.
Hasta ahora ese vacilar no le ha salido demasiado caro. Primero, porque la economía no está tan mal, vendemos todo lo que producimos. Segundo, porque en el país de los ciegos el tuerto es rey: entre el neopopulismo de Kirchner, el grupo de Ali Babá de Lula, el Mussolini tropical y el regreso del indio, en fin, Tabaré casi, casi, es una luminaria. Cómo estarán las cosas por el barrio que la victoria de Alan García nos parece bien...
Pero no se puede ser mejor porque los demás son lamentables. Se trata de entender que los países solo mejoran cuando los proyectos políticos sanos tienen densidad y volumen, no se discute lo obvio y todo el mundo patea para el mismo lado. Eso fue y es Chile. Allí los debates no histeriquean en torno al crecimiento del país, en relación al acceso a mercados y en el combate a la exclusión. Hay ciertas cosas básicas que “izquierda” y “derecha” saben que no se pueden discutir. Eso es la madurez en política. Acá somos adolescentes eternos, todo es motivo de rebeldía y de mil visiones distintas, todo se pasa a debate, todo termina en alguna comisión que pretende articular lo inarticulable.
Estamos en un gran lío porque nuestro presidente socialista no es el típico cuadro del partido de Frugoni. Tampoco se pone el saco socialdemócrata del ministro de economía y menos le quedan aún las vestimentas mujiquescas. ¿Quién es el presidente? ¿Cuál es su verdadero sueño? ¿Tiene un sueño filosófico o solo fue el artífice de una acumulación de fuerzas por detrás de un objetivo duro de poder?
Los partidos tradicionales le dimos una gran mano a este señor. Con nuestros errores, con nuestras equivocaciones y nuestras disputas contribuimos entusiastamente al crecimiento de una victoria electoral como nunca se había dado en la historia del país. Siento que fue más fuerte el sentimiento de buscar desalojar a los partidos históricos del poder que la línea proactiva de ubicar a Tabaré en la presidencia. Pero ahora hay que gobernar, ya no alcanza con enjuiciar el pasado, hay que hacer rendir al presente y empezar a recorrer algo del futuro. Allí es donde se manca el potrillo, de a poco se va quedando sin aire.
Lo que el país empieza a sentir es que en el gobierno hay desorientación y fuertes contradicciones. La desazón está llegando mucho antes de lo previsto. Y todavía falta lo peor, porque el IRPF sí que va a mover las raíces de los árboles y todos sabemos que el presidente no está demasiado empapado en el asunto… lo que complica más las cosas. Hubiera sido mejor que la cabeza del Poder Ejecutivo nos hubiera dicho para dónde vamos, cosa de no andar a los bandazos. Los que creían que era el Felipe González uruguayo ya vieron lo que da el hombre.

En serio que estamos en un gran lío.

miércoles, mayo 17, 2006

TLC SI, TLC NO

(Publicado - El Observador 17/05/06)
Seguramente, amigo lector, usted como yo estamos próximos al fastidio cuando escuchamos cómo desde el gobierno se analizan algunos temas. El posible Tratado de Libre Comercio con los EE.UU es buena muestra del talante con el que los frenteamplistas encaran los temas que siempre les han resultado urticantes.
Los que están a favor no lo quieren llamar por su nombre, pero Astori dice que sí lo quiere y que se está trabajando para ello. El canciller Gargano dice que no lo quiere y que el gobierno no lo está impulsando. Mujica que ni que sí ni que no, sino todo lo contrario. Rematando, el Presidente haciendo surf, hablando según la tribuna: en marzo, en Venezuela, el TLC no estaba en la agenda del gobierno y dos meses después, en el Imperio, comienzan las negociaciones por algo que si termina siendo un tratado de libre comercio, que así sea, afirmó. La verdad, es cosa de locos.
La pregunta a formularse es por cuánto tiempo más vamos a padecer que las cosas se sigan viendo a través de los lentes de la ideología; cuándo será que pongamos foco en lo que verdaderamente importa. Pragmatismo, pide la gente. Lo que importa es aquello que beneficie a los uruguayos, lo demás es pura cháchara.
Además, es tan obvio que todo aquello que contribuya a intensificar el intercambio comercial redundará en crecimiento de la economía, en un empuje a la actividad empresarial y en la creación de empleos genuinos, que es difícil concebir que alguien piense lo contrario. Hay que ponerse como meta hacer el TLC con EE.UU y con quien podamos y sirva. Pero nadie puede negar que el gran país del norte se ha convertido desde hace un tiempo en un gran comprador de nuestra producción —por encima de nuestros queridos socios del MERCOSUR, dato objetivo— y que cuanto más nos compre, mejor.
El tema no es, entonces, TLC sí o TLC no, sino qué TLC queremos y cómo podemos apostar fuertemente a todas las posibilidades que nos abre. Porque la discusión no se agota en cuánto más se podrá exportar a EE.UU. Por supuesto que este es un tema capital, pero hay otros. Debemos recorrer el capítulo de la exportación de servicios: Uruguay tiene que convertirse en plataforma logística de todo el comercio de la región. Nuestro país está en inmejorables condiciones para plantearlo. Primero, porque siempre hemos sido boca de entrada del comercio hacia la región; y, segundo, porque tenemos instrumentos legales —llámese Ley de Puertos y Ley de Zonas Francas— que podemos ofrecer a los empresarios del mundo, en este caso de los EE.UU.
Argentina importa mercadería de EE.UU por valor de U$S 4.000 millones por año y Brasil U$S 12.700 millones. El conjunto de puertos del lado brasileño, sumados Buenos Aires y Montevideo, movilizan 4.500.000 de contenedores al año. En estos momentos, Uruguay capta a través de los puertos sólo un 8% de la mercadería que se mueve en tránsito en la región.
Si nosotros pudiéramos captar sólo una parte de esas importaciones para que en forma de tránsito pasara por nuestras costas, el impacto sería formidable. Un dato: cada 1.000 contenedores se generan 17 puestos de trabajo directos. Para ello debemos incluir este capítulo en el TLC, como ya lo hizo Chile.
La clave es concebir al Uruguay, no solamente como un mercado en sí mismo, sino en su interrelación con la región, porque esto es lo que definirá, finalmente, el interés de los inversores. Promocionemos a nuestro país en ese sentido.
Que los prejuicios y los ideologismos de vieja data no nos cieguen.

miércoles, mayo 03, 2006

LOS NUEVOS FRENTISTAS

(Publicado - El Observador 3/05/06)
Gobernar nunca es sencillo, menos aún cuando se lo hace con grandes dificultades de organizar un equipo que piense y actúe de manera coordinada. El gobierno tiene problemas en este aspecto. Suenan desafinados, y muchas veces hasta visiblemente enfrentados. Hay toda una guardia vieja que no sabe cómo pararse al ritmo de los tiempos que se viven. El tema ya no es si Mujica y Astori se entienden, es bastante más complejo porque son cientos los funcionarios que representan al poder de turno, y deben procurar no macanear demasiado por el bien de todos. Construir la cotidianeidad positiva con una impronta apreciada por la ciudadanía es la clave del éxito de una gestión gubernamental. Con franqueza, todos creíamos que había más “boliche” y que iban a ser más los intelectuales de peso que ocuparían posiciones gubernamentales. Resulta extraño advertir cómo connotados individuos de la inteligentsia izquierdista no han sido convocados para nada. Les ganó el aparataje partidario que cobró el resultado electoral. Una lástima y un reflejo antiguo que se suponía que derribarían. Pero lo que resulta increíble es la ingenuidad con la que el gobierno recibe a “nuevos frentistas” que se ocupan de ubicarse dentro del poder, incidir sobre el mismo u ofrecer sus servicios profesionales de manera bastante poco elegante, por decir lo menos. Esto es un secreto a voces que ya comienza a ser urticante entre los más fieles operadores de las históricas causas del Frente Amplio. Es impresionante advertir cómo reconocidas personas de filiaciones políticas muy diversas a la del gobierno, ahora de forma camaleónica posan de “progres”, denostan todo lo que hicieron los partidos tradicionales y dicen sentirse parte de una movida diferente a todo lo que se vivió hasta el presente. Pero lo que resulta más extraño es visualizar cómo estas personas tienen entrada y respeto dentro del selecto mundo del gobierno en el que se suponía que la derecha y el capitalismo eran una mala palabra. Estos personajes advenedizos, por alguna extraña razón, son asimilados con naturalidad ante la mirada atónita de muchos de sus ex compañeros de ruta de los partidos históricos. Seamos claros, todos pueden cambiar a lo largo de la vida, es un dato de la realidad que mucha gente a lo largo del tiempo va y viene dentro del espectro ideológico de un país. Lo que sí resulta harto sorprendente es que esa virazón se haga de un día para la noche y que los postulados que ayer se defendían con ahínco ahora sean blasfemados. Esto le hace un gran daño al gobierno y a la política en general, porque los que conocemos a los noveles servidores frentistas sentimos pena ante gente tan pequeña que abdica de lo que parecía que creía como valores políticos por sus quince minutos de fama. Por su parte, muchos frentistas bienintencionados con capacidad y entrega advierten cómo delante de sus narices se instalan en las poltronas del poder personajes que hasta hace unas horas eran el demonio en la Tierra. El príncipe siempre debe saber quién lo rodea, enseñaba el florentino hace algún tiempo. El éxito está en armar el mejor cuadro, con las mejores personas, eso es cierto y no siempre importa de dónde vengan. Pero hay casos y casos, y cuando el resultado es ofensivo para todos, y los que dan el salto mortal son seres pequeños, motivados por intereses mezquinos y son recibidos con bombos y platillos, en ese caso hay que poner cabeza y pensar dos veces. Porque al final el cinismo siempre es descubierto y a esas personas siempre les llega el día que no pueden ni mirarse al espejo.

miércoles, abril 19, 2006

¿SE TIENE QUE IR EL MINISTRO?

(Publicado - El Observador 19/04/06)
La muerte siempre convoca a reflexionar. La muerte injusta mucho más. La muerte anunciada aún es más impresionante. El episodio del policía asesinado en Flores estaba cantado. Algo tenía que fallar cuando se entregan libertades anticipadas a infractores que no tienen las condiciones para obtener semejante beneficio. El error de la ley de humanización carcelaria fue creer que se puede rehabilitar de bolea, casi por arte de magia, sin hacer grandes inversiones en los liberados, sin montar un seguimiento profesional sobre las actividades de los mismos y sin saber cómo hacerlo de manera consistente. Improvisación y dogmatismo, terrible combinación. No se trata de caer en la miseria de cobrarle el gatillo al ministro del Interior, se trata sí de recordarle que esto lo habíamos anunciado: una y mil veces gritamos en todas las esquinas que esa ley era un mamarracho, que no está la población reclusa preparada para que de un día para el otro se liberen cientos de personas que van a volver a delinquir. ¿Qué otra cosa podía suceder con muchos de ellos? El maniqueísmo infantil de algunos pretende ubicar nuestra posición en el ángulo de la derecha, de los reaccionarios que no estamos dispuestos a apostar a la buena fe y a la reinserción de los delincuentes. Todo eso es falso: si se quieren liberar reclusos pues que se lo haga bien, que no salgan a matar, por lo menos eso era lo esperable. Sí, muchos lloraron el deceso del joven policía, pero cuando se les decía que esto podía suceder se mofaban de los partidos históricos y prescindieron de todas nuestras visiones. Ahora tendrán que cargar sobre sus conciencias con una ley que liberó a un señor que si hubiera estado privado de libertad -como hubiera correspondido en este caso- el joven policía aún estaría entre nosotros. Suena grueso pero es así. En materia de seguridad el país perdió el rumbo. Aumentaron los hurtos y las rapiñas. Las zonas rojas son todas. La policía está enormemente desmotivada, ya no cree más en su máximo jerarca. En cualquier momento se va a producir nuevos problemas en materia de hacinamiento carcelario porque a pesar del engendro de la ley de humanización carcelaria ya casi se volvió a las cifras que originaron el motivo de esa ley. Resulta increíble recordar que se legisló para descomprimir las cárceles. De locos sonaba el planteo y efectivamente lo era. Si uno fuera un cretino debiera creer que es malo para el gobierno tanto desatino porque de seguro en algún momento esto tendrá un costo político dado que no se puede tener a la gente viviendo al borde de un ataque de pánico permanente. Pero no es ese mi talante, es demasiado grueso lo que está pasando como para estar apostando a la cancha chica y caer en la miseria. O el gobierno asume que está en un lío enorme, o de lo contrario todos pagaremos las consecuencias. ¿Se tiene que ir el ministro? Para mí sí, hace tiempo que agotó su margen de credibilidad ante la gente. Ese es un Ministerio en el que hay que estar las veinticuatro horas del día arriba del potro, en el que el contacto con la ciudadanía es vital para auscultar lo que está pasando, en el que lo ideológico no importa nada y en el que se actúa con la policía (nunca contra la policía). Nada de esto lo entendió el actual ministro y su fracaso construye el reino de la inseguridad de los uruguayos. Los chorros la tienen clarita: la policía no puede hacer casi nada y la tolerancia es infinita. El presidente no querrá retirar a su ministro en medio de un lío como el presente, pero en algún momento lo va a tener que hacer porque el desprestigio de esa cartera se contagia como un virus. A la larga llega a presidencia. El doctor Vázquez sabe que eso es así, por ello sería sensato que fuera pensando en el relevo. Los uruguayos todos se lo van a agradecer. El doctor Díaz ya puede volver a su casa.

martes, abril 18, 2006

NOTA DEL DÍA


Hoy estamos nuevamente arrancando las actividades. Solo este país se da el lujo de dormir la siesta en semana de turismo. El tema es aburrido. Todos se quejan. Todos coinciden en el error y nadie hace nada.
Voy a decir algunas palabras sobre la minoridad en las calles. Mucho Ministerio de Desarrollo Social, pero los uruguayitos siguen allí. Ellos decían que esto se arreglaba ...
Estoy escribiendo para El Observador algo para mañana sobre "seguridad", o más bien "inseguridad pública". El policia muerto debe hacer pensar a la gente. Lo mató una mala ley que liberó a un delincuente, que si hubiera estado preso nada hubiera sucedido. Algunos se ponen histéricos por esto, harían mejor en inquietarse por arreglar cuanto antes los mamarrachos legislativos que inventaron. La experiencia de liberar presos está saliendo carísima.

PROPUESTA

COORDINACIÓN INTERMINISTERIAL PARA ASISTIR A NIÑOS DE LA CALLE

LA CRUEL REALIDAD

De las diversas situaciones sociales que podemos comprobar en nuestro país, existe una que impacta fuertemente. Estamos hablando de la trágica realidad de los uruguayos y uruguayas “cuya vida cotidiana se desenvuelve en la calle, donde encuentran las estrategias de sobre vida en relación con la alimentación, el descanso, la higiene, la obtención de algún dinero, etc. Es allí donde establecen sus vínculos, generan rutinas para la satisfacción de sus necesidades básicas —comer, tener un espacio donde estar en caso de mal tiempo, conseguir algún medicamento— y encuentran en qué ocupar el día” (1).

La situación de calle es un hecho complejo en el que juegan factores económicos, sociales y culturales, habiéndose abandonado desde hace mucho tiempo el sobredimensionamiento que se hacía del componente psiquiátrico de los individuos, aunque pueda estar presente en algunos casos.

Sin duda, esta situación se vuelve aún más dolorosa cuando los que la padecen son menores de edad: “Los ámbitos reconocidos por la sociedad para el desarrollo de la niñez y adolescencia son la familia, la escuela y la comunidad. Sin embargo, hay un grupo significativo de niños, niñas y adolescentes, para los que en su proceso de desarrollo cobra una importancia sustantiva el espacio calle, interactuando como escenario social, incidiendo directa e indirectamente en su crecimiento personal. Es allí, en la calle, donde realizan múltiples actividades que cubren gran parte de sus necesidades y expectativas: económicas y de sustento básico y al mismo tiempo de recreación, de afecto, áreas que se han ido independizando y poco a poco van dejando de depender solamente de su ámbito familiar, comunitario y/o escolar” (2).

Según una investigación realizada por Gurises Unidos existen 7840 niños, niñas y adolescentes en situación de calle en Uruguay, 3100 en Montevideo y Area Metropolitana y 4740 en el Interior urbano. Para el caso de Montevideo, el estudio reveló que tres de cada cuatro niños en situación de calle se ubican en la periferia de la ciudad. Casi el 13% posee entre 0 y 5 años de edad —tramo etario en el que la ausencia de protección agudiza los efectos negativos— y en el orden del 60% tiene entre 6 y 13 años —lo que patentiza la problemática de la inserción educativa en estos niños en edad escolar. En total, el 70% de los menores en situación de calle no superan los 13 años.

El informe sostiene que “estar en la calle implica para el niño un aprendizaje de cómo hacerlo y en ella realizan actividades que le permiten ‘sobrevivir’, algunas de las cuales entrañan elementos lesivos para su desarrollo integral”. Además, viven “una problemática singularmente compleja por lo difícil de las condiciones”, las que “se encuentran cargadas de derechos vulnerados (...) no cuentan con necesidades básicas satisfechas, están expuestos a la utilización y a la explotación por parte de los adultos, al maltrato, viven en soledad y desprotección frente a situaciones diversas, están alejados de los servicios de protección a la infancia, particularmente la escuela” (3). Naturalmente, estos niños y adolescentes son los más expuestos al consumo de drogas, destacándose el flagelo creciente de la pasta base, cuyo grueso de consumidores (también de los distribuidores) pertenece a los estratos socioeconómicos más bajos (4).

Ahora bien, un 71% del total de niños en situación de calle se encuentra en ella bajo la modalidad de hallarse solo o en grupo, pero, en ambos casos, sin la presencia de un adulto (5), lo cual acrecienta el drama. Sin embargo, de ese conjunto, existen aquellos que se han dado en llamar “niños de la calle” —para diferenciarlos de “en situación de calle”— ya que en rigor no poseen lazos familiares de ningún tipo, como tampoco ninguna referencia adulta a quien dirigirse. Se dice que serían aproximadamente 250 en todo el país, 100 de los cuales se encontrarían en Montevideo, siendo “en ese grupo donde se producen los mayores problemas de salud y los episodios más terribles de violencia, abuso y explotación” (6).

Al mismo tiempo, estos niños que en sentido literal viven en la calle sin ataduras de ningún tipo —por lo tanto viviendo en la ambigua situación de estar sometidos a maltrato pero también a libertades— es muy difícil que encuentren motivación para participar de algún tipo de programa que los asista. En definitiva, una realidad oscura y espinosa que necesita una respuesta urgente.

LAS DIFICULTADES

Entendemos que se registran tres dificultades para abordar esta problemática:

A. Si bien valoramos las distintas respuestas que abordan el tema de los niños en situación de calle (Posada Belén, el refugio El Faro del INAU, Gurises Unidos, El Abrojo, Programa Infancia y Familia, etc.), ningún programa o institución trabaja la problemática de los “niños de la calle” en forma específica.

B. Se constata la ausencia de estudios más acabados sobre las características de la población a asistir, incluyendo una definición sobre cuál es el número preciso de “niños de la calle”.

C. La existencia de visiones contrapuestas sobre cuál debería ser el enfoque con el que se debería buscar soluciones, sobre todo en los aspectos vinculados a la posible medida de internación. El relator sobre derechos humanos de la infancia para el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Dr. Juan Miguel Petit, sostuvo que “la idea de no internación es aplicada como una filosofía de no intervención”, ya que se estaría llevando a un extremo la idea de que hay que buscar como única solución para esos niños “una familia, una comunidad, un hogar sustituto, un hogar de acogida”. El Dr. Petit considera que en esta idea incide el nuevo Código de la Niñez y la Adolescencia, al estipular la internación compulsiva sólo para los casos de “niños o adolescente con patología psiquiátrica, niño o adolescente que curse episodios agudos vinculados al consumo de drogas (…) niño o adolescente necesitado urgente tratamiento médico destinado a protegerlo de grave riesgo de su vida o su salud (…) En todos los casos deberá existir prescripción médica, el plazo máximo de internación será de 30 días prorrogables por períodos de igual duración mediando indicación médica hasta el alta de internación”. Petit concluye que “la filosofía que se desprende y la interpretación que hacen habitualmente los operadores sociales es que internar es una medida extrema, muy extrema” (7). Como manifestación de una opinión en contrario, Luis Pederneras de IELSUR, en declaraciones posteriores, sostuvo que “los niños sin referentes, salvo que estén en situación de peligro grave, deben ser abordados mediante un proceso de acercamiento progresivo y nunca se los debe retirar de la calle mediante imposiciones”. En términos más generales opinó que “la única respuesta válida a los problemas de la niñez en la calle es la instrumentación de políticas sociales. Todo lo demás son parches a la violación de los derechos humanos de los niños, que terminan institucionalizándolos y convalidando la judicialización de un problema social mediante leyes tutelares” (8).

LAS NECESIDADES: COORDINACIÓN INSTITUCIONAL Y CONSENSOS

Nosotros sentimos que una situación de este tipo, con un sector de nuestra infancia absolutamente desprotegida y que verá su vida truncada —nada bueno se podrá esperar en el futuro, para ellos mismos y la sociedad, de menores formados en los códigos de la vida en la calle— requiere la imprescindible adopción de políticas concretas, debiéndose evitar los bloqueos que se producen por lo disímil de las posturas sobre el tema. Sería una infamia que dejemos transcurrir más tiempo, sobre todo cuando aún estaríamos hablando de un número de menores en esa situación que se puede considerar muy manejable.

En concreto, proponemos:

Establecer una coordinación interministerial que abarque a los Ministerios de Desarrollo Social y del Interior para conformar un plan de asistencia urgente de la “niñez de la calle”, al menos durante los meses de invierno, contemplando una atención integral.

Convocar a un dialogo nacional sobre la temática en la que participen todos los actores involucrados, con la meta de alcanzar, finalmente, puntos de consenso. La idea sería establecer una serie de criterios mínimos que debe tener una política social dirigida al fenómeno de la niñez de la calle y una red institucional que se fije metas comunes.

Conformar una alianza estratégica, entre las ONG, el Estado (Central y gobiernos municipales) e incluyendo al sector privado. Hay que promover el redireccionamiento de un parte de los fondos que dedican las empresas privadas a temas sociales para contribuir a financiar los diversos proyectos.

Teniendo en cuenta, como bien sostiene el estudio de Gurises Unidos, que “no hay una situación de calle sino múltiples”, hay que desarrollar instrumentos específicos en el tema, incluyendo un programa especializado que articule los distintos actores, planes sociales y estrategias de abordaje.

Generar un banco de datos sobre la población objetivo, procurando una más eficiente labor de los distintos actores que trabajan en el tema, ya que, en numerosas oportunidades, se superponen en la atención de una misma persona.

6. Crear programas de formación y capacitación destinados a los actores sociales, sean estos institucionales o en forma individual, que trabajan, o vayan a hacerlo, en la materia. No todos aquellos que se dediquen a atender esta población tienen porque contar con la preparación para enfrentar una problemática tan compleja.

Establecer fórmulas de evaluación periódica y efectuada por organismos independientes, sobre los resultados de las políticas seguidas por todos los actores involucrados.

Analizar modificaciones posibles a realizar al Código de la Niñez y la Adolescencia en lo pertinente a las normas que regulan los procedimientos de adopción, con el supremo objetivo de agilitarlos.

Este conjunto de propuestas pretenden convertirse en un acicate para que ya no posterguemos más las tan necesarias soluciones. Hay demasiado en juego como para no apostar a la ejecutividad y al trabajo mancomunado.



Washington Abdala

18 de abril de 2006.



(1) Medidas urgentes frente a la situación social. CLAEH/PNUD, Montevideo, 2003.
(2) “Niños, niñas y adolescentes en situación en calle en Uruguay”, Gurises Unidos, 2005.
(3) Ibidem.
(4) “El País”, 12/02/2006.
(5) “Niños, niñas y adolescentes en situación en calle en Uruguay”, Gurises Unidos, 2005.
(6) “Brecha”, 21/10/2005.
(7) “En Perspectiva”, 18/10/2005.
(8) “Brecha”, 21/10/2005.

miércoles, marzo 29, 2006

DESPRECIO A LA OPOSICIÓN

(Pubblicado - El Observador 29/03/06 -)
El gobierno actual no tiene paciencia con la oposición, por momentos la desprecia al extremo de ignorarla como si poseyera el cien por ciento de las voluntades ciudadanas. No son pocos los que en el gobierno creen que llevándose por delante a los partidos históricos están haciendo las cosas bien. Sin decirlo, se están cobrando cuentas políticas del pasado reciente de la peor forma. Les está ganando una actitud menor.
Los gobernantes actuales, además, creen que por ser de “izquierda” tienen una bendición especial para hacer cualquier cosa y que ello los autoriza a “experimentar” en política. Inclusive, hasta llegar al extremo de ser notoriamente ineficaces. Todo el “humanitarismo” que se declama para los privados de libertad (delincuentes) no aparece para la ciudadanía que por la inseguridad reinante vive al borde del ataque de nervios.
Los ciudadanos no entienden nada, se equivocan, son los números verdaderos de la caída de los delitos los que reflejan la verdad según los voceros naif del gobierno, que ahora nos quieren convencer que vivimos en el mundo de Pangloss. Antes de asumir… todo era un desastre, y ahora por arte de no se sabe que misterio, ya no hay derecho a la queja. ¿De veras puede tanto el ser de izquierda que hay que disimular como sea una gestión ministerial que viene fracasando? ¿Lo malo ahora es bueno al toque?
Es verdad, la oposición no debiera pedir una vez por semana la renuncia de algún ministro casi como un ejercicio deportivo. Al final, se termina banalizando el planteo a consecuencia de una rutinización infecunda. Pero hay casos y casos.
Claro, cuando el Frente Amplio era oposición jugó de manera obsesiva todas las cartas del desgaste por estrategia electoral. Arengó cuanto referéndum se le pasaba por delante; le dijo que si a cuanto reclamo alguien hiciera, con razón o sin ella; friccionó en todos los escenarios posibles al accionar de los partidos históricos instalando el rumor de que todos eran corruptos; y se prendió de cuanta comisión investigadora parlamentaria tuviera acceso para luego desfilar por los juzgados con el dedo acusador y no obtener prácticamente nada. No fueron suaves, ni delicados. Embistieron de una manera feroz, utilizaron el juego institucional para sus beneficios.
Es curioso, algunos de los gobernantes actuales creen que hay que agradecerles su actitud en el pasado por no haber incendiado la pradera, cuando lo pudieron haber hecho. Curiosa forma de concebir la democracia que valida lo correcto en clave de aporte. Si habrá habido furia y castigo hacia los gobiernos anteriores que se llega al ridículo de aplaudir lo correcto, lo sensato, lo lógico. Si estarán voladas esas cabecitas.
La relación del gobierno y la oposición no es cosa menor, hay una serie de áreas en las que el diálogo es imprescindible. Ya estoy un poco cansado de hablar de políticas de Estado y que nadie se tome en serio el tema, sin embargo parece obvio que hay que tener algunas políticas nacionales encriptadas y alejadas del debate cotidiano.
El gobierno debiera entender que la oposición tiene un lugar en la vida del país. No se trata de cargos la cosa, los colorados asumimos que estamos cruzando el desierto sin cantimploras. De lo que se trata si, es de entender que todo diálogo civilizado requiere momentos de construcción colectiva. Kirchner y su actitud intervencionista y prepotente nos obliga a pensar que hay que oírse más. Es un buen ejemplo para encontrarnos lo más unidos posible. Los uruguayos tenemos derecho a que se nos respete como nación independiente y no solo el 51 por ciento tiene que hablar en estos temas, cuando hablamos todos es mucho mejor. Hay que aprender la lección.
En algún momento habrá que reencauzar las relaciones dentro del sistema político porque una democracia bien vivida le abre cauces a todos los protagonistas. Esto es el abece de la democracia, de lo contrario, aunque suene obvio estaremos viviendo otro modelo en el que los valores democráticos de la tolerancia y el respeto no existen.

DESPRECIO A LA OPOSICIÓN

(Pubblicado - El Observador 29/03/06 -)
El gobierno actual no tiene paciencia con la oposición, por momentos la desprecia al extremo de ignorarla como si poseyera el cien por ciento de las voluntades ciudadanas. No son pocos los que en el gobierno creen que llevándose por delante a los partidos históricos están haciendo las cosas bien. Sin decirlo, se están cobrando cuentas políticas del pasado reciente de la peor forma. Les está ganando una actitud menor.
Los gobernantes actuales, además, creen que por ser de “izquierda” tienen una bendición especial para hacer cualquier cosa y que ello los autoriza a “experimentar” en política. Inclusive, hasta llegar al extremo de ser notoriamente ineficaces. Todo el “humanitarismo” que se declama para los privados de libertad (delincuentes) no aparece para la ciudadanía que por la inseguridad reinante vive al borde del ataque de nervios.
Los ciudadanos no entienden nada, se equivocan, son los números verdaderos de la caída de los delitos los que reflejan la verdad según los voceros naif del gobierno, que ahora nos quieren convencer que vivimos en el mundo de Pangloss. Antes de asumir… todo era un desastre, y ahora por arte de no se sabe que misterio, ya no hay derecho a la queja. ¿De veras puede tanto el ser de izquierda que hay que disimular como sea una gestión ministerial que viene fracasando? ¿Lo malo ahora es bueno al toque?
Es verdad, la oposición no debiera pedir una vez por semana la renuncia de algún ministro casi como un ejercicio deportivo. Al final, se termina banalizando el planteo a consecuencia de una rutinización infecunda. Pero hay casos y casos.
Claro, cuando el Frente Amplio era oposición jugó de manera obsesiva todas las cartas del desgaste por estrategia electoral. Arengó cuanto referéndum se le pasaba por delante; le dijo que si a cuanto reclamo alguien hiciera, con razón o sin ella; friccionó en todos los escenarios posibles al accionar de los partidos históricos instalando el rumor de que todos eran corruptos; y se prendió de cuanta comisión investigadora parlamentaria tuviera acceso para luego desfilar por los juzgados con el dedo acusador y no obtener prácticamente nada. No fueron suaves, ni delicados. Embistieron de una manera feroz, utilizaron el juego institucional para sus beneficios.
Es curioso, algunos de los gobernantes actuales creen que hay que agradecerles su actitud en el pasado por no haber incendiado la pradera, cuando lo pudieron haber hecho. Curiosa forma de concebir la democracia que valida lo correcto en clave de aporte. Si habrá habido furia y castigo hacia los gobiernos anteriores que se llega al ridículo de aplaudir lo correcto, lo sensato, lo lógico. Si estarán voladas esas cabecitas.
La relación del gobierno y la oposición no es cosa menor, hay una serie de áreas en las que el diálogo es imprescindible. Ya estoy un poco cansado de hablar de políticas de Estado y que nadie se tome en serio el tema, sin embargo parece obvio que hay que tener algunas políticas nacionales encriptadas y alejadas del debate cotidiano.
El gobierno debiera entender que la oposición tiene un lugar en la vida del país. No se trata de cargos la cosa, los colorados asumimos que estamos cruzando el desierto sin cantimploras. De lo que se trata si, es de entender que todo diálogo civilizado requiere momentos de construcción colectiva. Kirchner y su actitud intervencionista y prepotente nos obliga a pensar que hay que oírse más. Es un buen ejemplo para encontrarnos lo más unidos posible. Los uruguayos tenemos derecho a que se nos respete como nación independiente y no solo el 51 por ciento tiene que hablar en estos temas, cuando hablamos todos es mucho mejor. Hay que aprender la lección.
En algún momento habrá que reencauzar las relaciones dentro del sistema político porque una democracia bien vivida le abre cauces a todos los protagonistas. Esto es el abece de la democracia, de lo contrario, aunque suene obvio estaremos viviendo otro modelo en el que los valores democráticos de la tolerancia y el respeto no existen.