miércoles, febrero 15, 2006

BOTIJEO KIRCHNERIANO

(Publicado - El Observador 15/2/06.)
Lo que nos viene sucediendo con la Argentina está fuera de control. Agrego, además, que estoy harto de oír, leer, ver gente hablando del tema. Al peor estilo porteño, lo de las papeleras se viene “farandulizando” y así aumenta la decadencia dialéctica. La política argentina a nivel gubernamental tiene vetas autoritarias importantes. Desde el presidente hasta pequeños funcionarios, hay en muchos de ellos “soberbia” que a países como el nuestro nos resulta refractaria. Ahora, nos duele en carne propia. La movida ciudadana argentina, la aquiescencia gubernamental, los dichos del gobernador Busti, y las expresiones gubernamentales del vecino país no serían las mismas si el conflicto fuera con el Brasil. Las cosas como son. Aunque duelan. Con el más chico, con el “hermano” se permiten estos exabruptos que dañan la soberanía de un país y que distorsionan derechos elementales de convivencia pacífica. Que las Cancillerías no estuvieron a la altura del conflicto, contestándose y distanciándose, cuando ese debió ser el lugar encriptado en el que se resolvería finalmente el tema, es un dato. Ya no importa. Que algún funcionario de las empresas en cuestión, creyó que abriendo la boca al boleo ganaba terreno, también es cierto. Lo hizo mal. Hay que saber hablar, pero hay que saber cómo y cuándo hacerlo. En política, como en la vida, siempre hay amigos que con reserva hablan mano a mano lo que públicamente no siempre se puede expresar. Alguna prensa se enoja con este enfoque pero hay ciertas cosas que requieren reserva. Desde un divorcio hasta la ruptura de relaciones con un país, siempre hay gente de buena voluntad que, con perfil bajo, habla y busca sobriamente arreglar las cosas. El gobierno no entendió esto. Es el abecé de la confianza entre los países. Le creemos al interlocutor, o no le creemos. Acá el interlocutor se pulverizó. Diplomáticos antidiplomáticos. De Ripley. No es bueno cuando vemos que los países “hermanos” se contestan mutuamente, mienten al decir que le bajan revoluciones al conflicto (se la están potenciando) y cuando todos advertimos que ya no hay fair play. Eso es zona de peligro. Ahora solo quedan pocos caminos. No esperemos demasiada generosidad de la Argentina. Ellos no son demasiado buenos consigo mismos, menos lo serán con nosotros. (Tienen algo del dios Cronos que se comía a sus propios hijos. Qué dejarán entonces para el que llaman “hermano”, pero tratan peor que a Cenicienta.) El presidente uruguayo debe mover algunas piezas. Si yo fuera él no dudaría en tomar riesgos, lo estoy afirmando desde la primera semana de enero. Ya nada tiene que perder. Si la movida sale bien, fue el quien disparó la solución. Y si sale mal, de cualquier forma habrá buscado todo, y dejado todo en la cancha. Lo que no debiera suceder son movidas parciales, retoques. Declaración tras declaración, ya es un peligro. Anunciar por la prensa que salen misivas cuestionadoras no parece ser muy útil. Más aún con los gobernantes argentinos actuales. Los compadritos aparecen en cualquier momento. Los uruguayos no nos merecemos este tratamiento que nos dispensa la Argentina. No es justo. No lo es porque no somos una provincia argentina a la que se decide su destino desde el gobierno bonaerense. Esa etapa, ya pasó hace mucho tiempo, y el solo hecho de tener que recordarlo hace que las relaciones sean desagradables. Por decir lo menos. ¿Lo entienden nuestros queridos hermanos? ¿No advierten que el botijeo nos ofende? Seguramente el presidente Vazquez se sienta desilusionado con su par argentino. Capaz que el argentino siente lo mismo con el uruguayo. Pero todo eso es terreno de valoraciones políticas subjetivas. Al país no le interesan esas sensaciones. Ahora, el terreno es otro. Para peor el parlamento argentino se introduce en el lío. ¡Uy Dios! otro error porque luego que las palabras laceran no siempre hay retorno fácil. Está faltando cabeza para salir de este callejón. Argentina no la va a poner. Uruguay sí la tiene que poner por sensatez. ¡Mueva Presidente, en esto, estamos a muerte con usted!

lunes, febrero 06, 2006

¿MICHELLE O EVO?

(Publicado - El Observador - 1/02/06 )
Si usted leyó “Cuentos Chinos” de Andrés Oppenheimer, o la entrevista que Búsqueda le hace a este periodista en su último número comprenderá hacia dónde quiero ir con estas líneas. América Latina, ahora sí, ya construye por lo menos dos modelos políticos bien distintos. El chileno, ese que casi todos envidiamos, se sostiene en una sensata línea económica, sin discusión sobre lo macroeconómico básico y con debate sobre los temas laterales. Lo central, ya nadie se permite el lujo de perder el tiempo manejando ideas absurdas. Ni la derecha, ni la izquierda son muy distintas en esto. Y nadie se avergüenza allí de coincidir en todo lo que tiene sentido común. Parece increíble, pero las distancias entre los votantes de Allende de ayer, hoy aggiornados, y los ex pinochetistas de ayer, hoy aggiornados, no es importante. Toda esa gente priorizó el país por encima de sus visiones ideológicas. No hay dudas, ganaron todos. La otra referencia ya está clara también. Venezuela es el novel modelo político de América Latina. Con una visión populista, parados arriba de los petrodólares, con sentido mesiánico arrollador y con un discurso (no una práctica) antiimperialista, es la nueva izquierda del sesenta puesta al día. Allí se cumplen todos los ritos previsibles. Obsecuencia con Fidel, animadversión hacia Bush e insistir en esa cínica visión binaria del mundo, donde los buenos están de un lado y los malos del otro. Como si todo fuera tan fácil. En este escensario se adjunta al nuevo presidente de Bolivia. Evo se coloca con todo, inclusive con una visión revanchista de la historia y con un talante político con el que no hay que ser un genio para advertir que van a aparecer conflictos donde nadie se los imagina. Evo se los va a inventar. ¿Dónde va a ubicarse Uruguay en esa bipolaridad? Por ahora nadie puede afirmar con claridad nada definitivo. Algunos insinúan que el péndulo va más hacia el lado chileno. Ojalá pero no está nada claro el asunto. El presidente será quien en algún momento deje de arbitrar para pasar a liderar posiciones y marcar más las cosas. Eso se hace con definiciones y no con el diario del lunes. Y allí, sea cual sea la opción, deberá tomar riesgos, algo que no le gusta demasiado por lo que se advirtió el primer año de gestión. La reforma de la salud y el impuesto a la renta de las personas físicas tal como fue presentado originalmente, más el pobre accionar de algunos ministros demodé y sesentistas, por momentos nos parecen zambullir en ese mundo loco de una izquierda claustrofóbica y autocomplaciente con sus dogmas del pasado. Gargano, Olesker, Díaz, ¿se parecen en algo a la Bachelet o tienen más bien el otro perfil y aroma de antaño? Con franqueza, nadie sabe bien qué piensa a fondo el presidente. Sus ideas verdaderas son un misterio. Claro, Vázquez ha hecho de sus contradicciones un atributo. Cuando el pescado está vendido le pone las fichas al que ganó, pero de continuar con esa lógica su gabinete se irá convirtiendo mucho más en un escenario de competencias y vanidades que en un equipo humano jugado a un proyecto político. Allí, también perdemos todos porque no es justo que las vocaciones presidenciales de algunos, o los perfilismos ideológicos de otros, enloquezcan nuestras existencias cotidianas. La verdad, no hay opción posible. Además, después de los desplantes que la política Argentina le dispensó a sus amigos progresistas uruguayos, las cosas están mucho más claras. Estamos solos. Y si no entendemos que eso es una oportunidad y no un problema, no estamos entendiendo nada. Repito, Chile pudo avanzar en el mundo, conquistar mercados y repartir sus riesgos de manera prodigiosa. Cuando la Argentina voló en mil pedazos, a los chilenos no los salvó la cordillera, los salvó la sensatez de no apostar a un país que vive en una ciclotimia permanente. Lógica pura. Ya lo tendríamos que saber de memoria. Todos. Y hace bastante rato.