miércoles, enero 23, 2008

¡TERMINEN CON LA SANATA!

(PUBLICADO - EL OBSERVADOR 23/01/08)

El maquiavelismo y la intolerancia del gobierno hacia la mayoría del país sigue tan campante como el primer día en el que se inauguraron en su misión refundacional. Ahora les toca descubrir los desfasajes salariales en la Administración Pública, y siguen responsabilizando a la “herencia” recibida por no poder hacer los cambios que durante una vida prometieron si alcanzaban el poder.
El subdirector de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, en diversos reportajes concedidos a medios de prensa nacionales, habla de “chacras”, de “inercias institucionales”, de “incapacidad” en el Estado. Habla, también, de que los gobiernos anteriores subieron el gasto del Estado. En fin, el señor Conrado Ramos habla de todo, y cual bebé, en esos primeros meses en que descubre el sonajero, nos señala una serie de grandes y gigantescas promesas que —ya sabemos— se las llevará el viento, como a tantas cosas en este país. (Por cierto, de sus relaciones carnales con los sindicatos no abre la boca y vaya que esa fiestita le está costando cara al país.)
Lo que resulta increíble es que se siga con la historia del gobierno recibido, del “populismo de derecha”, cuando ya se está empezando a terminar éste (se comió el 60 %) y cuando, además, este gobierno se ocupó de incrementar el gasto público de manera grosera (¡sólo en 2007, más de 300 millones de dólares!). El populismo de derecha es otra cosa que nunca pasó por el Uruguay…
El señor Ramos, además, no contento con sus correrías dialécticas, ahora se despachó con que los sueldos de los funcionarios de gobierno políticos “son bajos”. Ahora los quiere subir, según consigna en otro de sus reportajes estivales de la última semana. ¿Y qué dijeron durante toda una vida al respecto? ¿No era que eso no era “políticamente correcto” y, por ende, se subían en el discurso contrario? ¿Cómo se compadece ese talante con el de Mujica, que quiere que el gobierno tenga un grupo de mochileros y voluntarios sociales en los cargos de gobierno? ¿Quién nos dice la verdad: el jerarca de O.P.P. o los líderes del M.P.P?
Jorge Larrañaga se preguntaba la semana pasada si se estaba tomando por estúpida a la gente con los planteos que se hacían respecto de la reelección, con sus marchas y contramarchas y con todo su paupérrimo arsenal jurídico. Se quedó corto el Presidente del Honorable, porque ya están llegando a un grado en el que cualquiera en el oficialismo puede decir cualquier cosa y ello forma parte de una diversidad “enriquecedora” (como señalara un politólogo) del caos que tiene el gobierno en su presentación pública.
En el fondo, existe tal grado de mesianismo gubernamental, tal grado de dogmatismo militante, que parecen creer que el Estado es apenas una herramienta para alcanzar los proyectos de poder en los que confían, aunque resulten incompatibles, poco sustentables y demagógicos. Eso no es medular. Están francamente convencidos de que vienen a hacer “el bien” y por eso son tan peligrosos, porque no admiten ninguna cuota de relativismo en sus supuestas visiones. Se sienten autorizados casi a cualquier cosa…
Por eso todo se justifica en sus miradas. Los emigrantes ahora son “estructurales”, cuando antes eran responsabilidad de los desastrosos gobiernos de los colorados y los blancos. Ahora la pobreza tiene dignidad, cuando antes era una vergüenza nacional. Ahora los corruptos son “muchachos de barrio que andan por mal camino”, cuando antes eran unos delincuentes que afanaban con la complacencia de los líderes políticos. Espero que la ciudadanía esté viendo todo esto y se haga una idea acabada de cómo estamos cayendo.
Por suerte no van a poder argumentar que alguien les obstruyó nada. Tuvieron el balotaje de entrada y —consecuentemente— mayoría parlamentaria. Si le están saliendo las cosas mal, es pura incapacidad intrínseca. Allí ya no habrá más sanata que meterle a nadie.

viernes, enero 18, 2008

EL PARTIDO COLORADO QUE QUIERO

El Partido Colorado que yo quiero se ocupa de armar una propuesta-país para reconquistar el futuro, con ideas modernas que nos permitan meternos en el modelo productivo de una vez por todas. Lo que hizo Don José Batlle y Ordóñez en su época debe ser el santo y seña de los nuevos tiempos. Sólo con “lo concreto” se le habla al ciudadano. La gente está harta de los “versos” políticos; ahora hay que plantear lo que haremos en las cinco áreas centrales de la vida del país y tomar ese derrotero como ruta principal sin desviaciones. Y hablar a toda hora y en cada esquina; sólo así, con humildad y firmeza, se recupera terreno. No es ésta una hora para especular, es la hora de dar.
El Partido Colorado que yo quiero aprendió la lección de las batallas suicidas entre la 15 y la 14, aprendió la lección de las internas fratricidas entre Tarigo y Batlle. No se pueden restañar heridas si las mismas fueron mortales, luego no hay bandera que cobije tanto enojo. Se trata, entonces, de entender que dentro de la diversidad de opiniones, dentro de los matices y dentro de los perfiles distintos todo es posible, pero siempre bajo la regla del respeto recíproco. Cuando la ciudadanía nos visualiza encrespados entre nosotros mismos, la gente se aleja. La gente, entonces, tiene razón; por eso es hora de consolidar un clima inteligente y considerado de todos hacia todos, dentro de la gran familia colorada. No hay opción para otro enfoque.
El Partido Colorado que yo quiero sabe que debe hablar con el Partido Nacional, porque en algún momento se hará imprescindible que exista diálogo entre ambas colectividades históricas de cara al futuro republicano en el que hay que entrar en poco tiempo. No se trata de perder nuestros perfiles, no se trata de dejar atrás nada; al contrario, cada vez más batllistas, pero pensando que hay un bien superior a resguardar que es la patria. Y pensando siempre que tenemos que ganar, y si ganamos sería fantástico contar con el concurso nacionalista; y si ganan ellos, sería fantástico que en la segunda vuelta tuvieran nuestro apoyo. Para eso está el ballotage, para tener esas conversaciones a posteriori de la primera vuelta.
El Partido Colorado que yo quiero sabe encauzar el fervor militante de una nueva generación que se metió en política para servir al país bajo los más puros principios de la misma. A toda esa nueva generación hay que abrirle la cancha, hay que darle instrumentos para que crezca dentro de la gran familia garibaldina y no hay que envilecerla con las patologías de la política. Esa generación se emociona con las pistolas de Brum y con el asesinato de Grauert; pero más se tendrá que emocionar con el armado de un país que debe volver a ser tolerante, abierto y respetuoso hacia todas las voces. Sólo los jóvenes nos “embalan” en las aventuras del futuro. Motivemos ese accionar; nos hará bien a todos y salvará al país de esta ola de prepotencia en la que el gobierno nos hace vivir día a día.
El Partido Colorado que yo quiero cuida a los más veteranos, a ésos que hicieron el Uruguay, a ésos que trabajaron toda su vida y que un día loco de invierno, un gobierno les arrebató lo que se habían ganado con su trabajo de toda una vida. Vamos por la Enmienda Constitucional a luchar y a firmar para frenar este atropello salvaje que es inconstitucional y que ofende por su encare tan brutal. Todos podemos firmar y hay que dar vuelta el Uruguay con esta bandera. El gobierno entrante debe tener este puente de bienvenida.
El Partido Colorado que yo quiero integra el aporte de todos, no siente que nadie tenga que tener más derechos que otros para estar en la política. Ni los más expertos, ni los más humildes… nadie puede estar proscripto en la casa de los colorados.
A ventilar entonces nuestro hogar, a inhalar todo el aire libertario del mundo, porque los tenemos que inundar de libertad a estos muchachos del gobierno para que se retiren silbando bajito y no retornen por un buen tiempo. Ya hicieron demasiadas macanas como para que a alguno se le ocurra renovarles el vale. Ahora que los conocimos, hay que ayudarlos a que se vayan. Fue demasiado.

miércoles, enero 09, 2008

LA LENTITUD DEL URUGUAY

PUBLICADO - EL OBSERVADOR 9/01/08

LA LENTITUD DEL URUGUAY
Washington Abdala
Tres de enero, un local comercial de comidas en la costa este uruguaya. Turistas argentinas que quieren pagar la cuenta de lo que consumieron. Insistente actitud para que algún mozo se les acerque a traerles la factura y poder abonar. Pasan los minutos, largos minutos y nadie las atiende. De repente, una de las turistas le comenta a la otra: “sacate la ansiedad, acá todo es lento, ese mozo en Buenos Aires no duraría ni diez minutos. Disfruta la lentitud, los uruguayos son así”.
Una de las peores cosas que tenemos como pueblo es ufanarnos de nuestros defectos de manera estúpida hasta ubicarlos casi, casi, como virtudes. La lentitud es una característica que muchos la confunden con la “moderación” como si tuvieran algún punto de contacto.
Todo es lento en nuestro país. Todas las discusiones son recurrentes y los abordajes de casi todos los temas son en clave de letanía militante. Discutimos siempre las mismas cosas. Hasta nuestro fútbol es terriblemente lento, basta cruzar el charco para ver cómo se juega a otro deporte en la Argentina. O en Brasil que juegan a otra cosa que nada tiene que ver con lo que vemos por acá.
Por estos días tengo amigos que han procurado información en la comuna capitalina sobre patentes y nadie se dignó a informar en tiempo y forma. No, la lentitud en su reinado máximo, total por estos días está justificada –aún más- dejar las cosas para más adelante, estamos en los primeros días del año y nada debe arrancar porque nada lo justifica. ¡Qué apuro hay si recién estamos arrancando!
Aquella máxima de “nunca dejes para mañana lo que puedes hacer hoy” en esta tierra está invertida con la complicidad colectiva de todos.
En nuestro país la gente nunca llega puntualmente a casi ningún lugar. Arribar media hora tarde no es ni siquiera motivo de preocupación. Está dentro de lo tolerable, y lo curioso es que el infractor ni siquiera tiene conciencia de su error porque en los hechos no es penado ni criticado. A veces, muchísimos proveedores de servicios viven en tal informalidad que no pueden precisar, a lo largo del día, a qué hora van a pasar por los hogares uruguayos a arreglar el artefacto que sea. Hay que esperarlos como a los Reyes Magos todo el día y prender velas para que no dejen para el otro día su visita. Nadie se queja, asumimos que es así.
Las clases en la educación uruguaya casi nunca empiezan en hora y está plagado el sistema de liceos en los que los profesores pasan salteado por sus cursos. Sin embargo, no pasa nada. Es así, se sabe que faltan, pero nadie hace nada.
En el Parlamento, faltaba más, nunca se arranca en hora la sesión que está fijada a las 16 horas. Siempre la tolerancia llega a media hora o más. Y los temas del orden del día nunca se cumplen. A nadie le parece extraño, es simplemente nuestra forma de ser, dicen algunos, procurando justificar lo injustificable.
Es que en el fondo hay una falta de respeto por el otro cuando se llega tarde, o no se llega nunca a las citas convenidas. Es creer que el tiempo de los demás no vale. Es asumir que todo es lo mismo y que no pasa nada con llegar tarde porque total el tema es llegar a alguna hora. Entre mate y mate y mirando el horizonte, la vida nos va pasando…
Parecerá un tema menor, pero un país no se puede superar si no se introducen cambios culturales que modifiquen comportamientos inmaduros de su gente.
Hace algún tiempo, en Israel, en una visita que hicimos varios parlamentarios nacionales tuvimos la ocasión de reunirnos con Shimon Peres. La reunión empezó a las once de la mañana y tenía que terminar a las doce menos un minuto porque a esa hora ingresaba Colin Powell. Si hubiera sido en Uruguay, Colin Powell se hubiera tenido que ir a La Pasiva a comer unos panchos, porque la reunión nunca habría arrancado en punto a las doce, dada la impuntualidad con la que nos movemos los uruguayos.

PROPUESTA PARA AYUDAR A DESTRABAR EL NEFASTO CLIMA ENTRE URUGUAY Y ARGENTINA

PROPUESTA PARA AYUDAR A DESTRABAR EL NEFASTO CLIMA ENTRE URUGUAY Y ARGENTINA

Montevideo, 8 de enero de 2008.

Señor
Presidente de la República,
Dr. Tabaré Vázquez.

De mi consideración:

Es un dato de la realidad que el conflicto uruguayo-argentino se encuentra bloqueado y no se pro-ducen acciones que busquen aproximar a las partes. El escenario se mantiene incambiado.
Es otro dato evidente que los Poderes Ejecutivos de ambos países no pueden o no logran recorrer caminos de aproximación entre ambas naciones. Cada instancia de encuentro entre los presi-dentes de nuestros países se transforma en momentos de tensión donde el mal ambiente se impone y nadie queda satisfecho. El episodio de la asunción de mando de la presidenta Cristina Fernández fue lo suficientemente desagradable para el Uruguay como para no reparar en la com-plejidad que estamos viviendo.
Desde nuestra orilla, todo se visualiza negativo en relación a lo que hace el gobierno argentino, y desde la otra, sucede lo propio con el gobierno uruguayo. Las confianzas mutuas ya no existen, negarlo sería faltar a la verdad. Por eso estoy convencido de que sólo una tarea de buena voluntad en la que la sociedad civil, los partidos políticos y los intelectuales brinden su aporte, permitirá alcanzar un “clima” que luego logre ambientar la solución final al conflicto.
Es curioso, porque cuando nos alejamos de la pasión circunstancial y del enojo del día a día que nos produce este conflicto, en realidad, nadie como los uruguayos y los argentinos tenemos tantas cosas en común como para procurar mantenerlas a salvo. Sería recurrente recordar aquí todo lo que nos une. Por algo en el exterior no se advierten diferencias entre las formas de ser y de hablar de nuestras regiones.
Por eso, Señor Presidente, le propongo que nos brinde el visto bueno para empezar a buscar una instancia en la que diversos protagonistas que desean el entendimiento entre ambas naciones se pongan a trabajar, para ir, de esa forma, balizando un camino que, a la larga o a la corta, tendrá que ser inevitablemente de entendimiento.
En este sentido, los Parlamentos hasta ahora no han hecho nada para ayudar a destrabar la si-tuación. Por eso considero que las Comisiones de Asuntos Internacionales del Parlamento uru-guayo, tanto del Senado como de Diputados, así como las del Parlamento argentino podrían ser las disparadoras de una iniciativa de aproximación. Allí hay parlamentarios del Gobierno y de la oposi-ción en ambas orillas que coinciden en la necesidad de terminar con esta situación cuanto antes.
La intención sería generar un clima de imprescindible respeto y diálogo que nuestras naciones no pueden permitirse el lujo de evitar.
Estas Comisiones convocarían a un grupo de intelectuales argentinos de la dimensión de Joaquín Morales Solá, Mariano Grondona y Nelson Castro, y del lado uruguayo a Mauricio Rosenkof, Carlos Maggi y Lincoln Maiztegui para solicitarles la elaboración de un “Documento marco” en el que los dos países se sientan identificados y empiecen a emitir señales de aproximación. (Esta nómina es sólo tentativa y cada parte tendrá la libertad de suministrar los nombres que entiendan perti-nentes).
A posteriori de la elaboración de ese documento, se convocaría a un encuentro en el que deberían participar referentes de la sociedad que tienen enorme peso y ascendencia sobre el conjunto de las dos sociedades.
Seguramente habrá quienes entiendan que convocar a ciudadanos ajenos a las artes de la política sería “frivolizar” este complejo asunto. No comparto esa postura porque, aunque guste más o menos, diversos protagonistas de nuestra sociedad tienen mucha más capacidad de influencia que muchos profesionales de la diplomacia o de la política.
¿Por qué no anhelar que Enzo Francescoli y Diego Maradona participen de una reunión de este tipo y se comprometan a “empujar” para encontrar una solución negociada en el más breve plazo posible? ¿Por qué no solicitarles a Natalia Oreiro y a Susana Giménez que brinden su granito de arena para ayudar a ambientar un clima que día a día se degrada cada vez más y que en cualquier momento nos va a noticiar alguna tragedia?
Habrá quien considere esta propuesta como utópica, pero a esta altura cuando los caminos di-plomáticos están tan mal posicionados, cuando la respuesta de La Haya va a demorar mucho en llegar, cuando, además, el daño que se produjo en Gualeguaychú y Fray Bentos es espantoso, se impone empezar a actuar y a soñar en grande.
Señor Presidente, sólo los que se encierran en la mediocridad de lo cotidiano y se dejan ganar por las pasiones no alcanzan las mejores soluciones para su pueblo.
Señor Presidente, si usted lo entiende pertinente nos pondríamos a trabajar para concretar estos encuentros, inicialmente parlamentarios, que serían una plataforma concreta para ir llegando a un clima amigable que se impone para luego producir la propuesta de negociación definitiva.
Sin más, lo saludo atentamente.

Dr. WASHINGTON ABDALA
Representante Nacional