miércoles, marzo 29, 2006

DESPRECIO A LA OPOSICIÓN

(Pubblicado - El Observador 29/03/06 -)
El gobierno actual no tiene paciencia con la oposición, por momentos la desprecia al extremo de ignorarla como si poseyera el cien por ciento de las voluntades ciudadanas. No son pocos los que en el gobierno creen que llevándose por delante a los partidos históricos están haciendo las cosas bien. Sin decirlo, se están cobrando cuentas políticas del pasado reciente de la peor forma. Les está ganando una actitud menor.
Los gobernantes actuales, además, creen que por ser de “izquierda” tienen una bendición especial para hacer cualquier cosa y que ello los autoriza a “experimentar” en política. Inclusive, hasta llegar al extremo de ser notoriamente ineficaces. Todo el “humanitarismo” que se declama para los privados de libertad (delincuentes) no aparece para la ciudadanía que por la inseguridad reinante vive al borde del ataque de nervios.
Los ciudadanos no entienden nada, se equivocan, son los números verdaderos de la caída de los delitos los que reflejan la verdad según los voceros naif del gobierno, que ahora nos quieren convencer que vivimos en el mundo de Pangloss. Antes de asumir… todo era un desastre, y ahora por arte de no se sabe que misterio, ya no hay derecho a la queja. ¿De veras puede tanto el ser de izquierda que hay que disimular como sea una gestión ministerial que viene fracasando? ¿Lo malo ahora es bueno al toque?
Es verdad, la oposición no debiera pedir una vez por semana la renuncia de algún ministro casi como un ejercicio deportivo. Al final, se termina banalizando el planteo a consecuencia de una rutinización infecunda. Pero hay casos y casos.
Claro, cuando el Frente Amplio era oposición jugó de manera obsesiva todas las cartas del desgaste por estrategia electoral. Arengó cuanto referéndum se le pasaba por delante; le dijo que si a cuanto reclamo alguien hiciera, con razón o sin ella; friccionó en todos los escenarios posibles al accionar de los partidos históricos instalando el rumor de que todos eran corruptos; y se prendió de cuanta comisión investigadora parlamentaria tuviera acceso para luego desfilar por los juzgados con el dedo acusador y no obtener prácticamente nada. No fueron suaves, ni delicados. Embistieron de una manera feroz, utilizaron el juego institucional para sus beneficios.
Es curioso, algunos de los gobernantes actuales creen que hay que agradecerles su actitud en el pasado por no haber incendiado la pradera, cuando lo pudieron haber hecho. Curiosa forma de concebir la democracia que valida lo correcto en clave de aporte. Si habrá habido furia y castigo hacia los gobiernos anteriores que se llega al ridículo de aplaudir lo correcto, lo sensato, lo lógico. Si estarán voladas esas cabecitas.
La relación del gobierno y la oposición no es cosa menor, hay una serie de áreas en las que el diálogo es imprescindible. Ya estoy un poco cansado de hablar de políticas de Estado y que nadie se tome en serio el tema, sin embargo parece obvio que hay que tener algunas políticas nacionales encriptadas y alejadas del debate cotidiano.
El gobierno debiera entender que la oposición tiene un lugar en la vida del país. No se trata de cargos la cosa, los colorados asumimos que estamos cruzando el desierto sin cantimploras. De lo que se trata si, es de entender que todo diálogo civilizado requiere momentos de construcción colectiva. Kirchner y su actitud intervencionista y prepotente nos obliga a pensar que hay que oírse más. Es un buen ejemplo para encontrarnos lo más unidos posible. Los uruguayos tenemos derecho a que se nos respete como nación independiente y no solo el 51 por ciento tiene que hablar en estos temas, cuando hablamos todos es mucho mejor. Hay que aprender la lección.
En algún momento habrá que reencauzar las relaciones dentro del sistema político porque una democracia bien vivida le abre cauces a todos los protagonistas. Esto es el abece de la democracia, de lo contrario, aunque suene obvio estaremos viviendo otro modelo en el que los valores democráticos de la tolerancia y el respeto no existen.

DESPRECIO A LA OPOSICIÓN

(Pubblicado - El Observador 29/03/06 -)
El gobierno actual no tiene paciencia con la oposición, por momentos la desprecia al extremo de ignorarla como si poseyera el cien por ciento de las voluntades ciudadanas. No son pocos los que en el gobierno creen que llevándose por delante a los partidos históricos están haciendo las cosas bien. Sin decirlo, se están cobrando cuentas políticas del pasado reciente de la peor forma. Les está ganando una actitud menor.
Los gobernantes actuales, además, creen que por ser de “izquierda” tienen una bendición especial para hacer cualquier cosa y que ello los autoriza a “experimentar” en política. Inclusive, hasta llegar al extremo de ser notoriamente ineficaces. Todo el “humanitarismo” que se declama para los privados de libertad (delincuentes) no aparece para la ciudadanía que por la inseguridad reinante vive al borde del ataque de nervios.
Los ciudadanos no entienden nada, se equivocan, son los números verdaderos de la caída de los delitos los que reflejan la verdad según los voceros naif del gobierno, que ahora nos quieren convencer que vivimos en el mundo de Pangloss. Antes de asumir… todo era un desastre, y ahora por arte de no se sabe que misterio, ya no hay derecho a la queja. ¿De veras puede tanto el ser de izquierda que hay que disimular como sea una gestión ministerial que viene fracasando? ¿Lo malo ahora es bueno al toque?
Es verdad, la oposición no debiera pedir una vez por semana la renuncia de algún ministro casi como un ejercicio deportivo. Al final, se termina banalizando el planteo a consecuencia de una rutinización infecunda. Pero hay casos y casos.
Claro, cuando el Frente Amplio era oposición jugó de manera obsesiva todas las cartas del desgaste por estrategia electoral. Arengó cuanto referéndum se le pasaba por delante; le dijo que si a cuanto reclamo alguien hiciera, con razón o sin ella; friccionó en todos los escenarios posibles al accionar de los partidos históricos instalando el rumor de que todos eran corruptos; y se prendió de cuanta comisión investigadora parlamentaria tuviera acceso para luego desfilar por los juzgados con el dedo acusador y no obtener prácticamente nada. No fueron suaves, ni delicados. Embistieron de una manera feroz, utilizaron el juego institucional para sus beneficios.
Es curioso, algunos de los gobernantes actuales creen que hay que agradecerles su actitud en el pasado por no haber incendiado la pradera, cuando lo pudieron haber hecho. Curiosa forma de concebir la democracia que valida lo correcto en clave de aporte. Si habrá habido furia y castigo hacia los gobiernos anteriores que se llega al ridículo de aplaudir lo correcto, lo sensato, lo lógico. Si estarán voladas esas cabecitas.
La relación del gobierno y la oposición no es cosa menor, hay una serie de áreas en las que el diálogo es imprescindible. Ya estoy un poco cansado de hablar de políticas de Estado y que nadie se tome en serio el tema, sin embargo parece obvio que hay que tener algunas políticas nacionales encriptadas y alejadas del debate cotidiano.
El gobierno debiera entender que la oposición tiene un lugar en la vida del país. No se trata de cargos la cosa, los colorados asumimos que estamos cruzando el desierto sin cantimploras. De lo que se trata si, es de entender que todo diálogo civilizado requiere momentos de construcción colectiva. Kirchner y su actitud intervencionista y prepotente nos obliga a pensar que hay que oírse más. Es un buen ejemplo para encontrarnos lo más unidos posible. Los uruguayos tenemos derecho a que se nos respete como nación independiente y no solo el 51 por ciento tiene que hablar en estos temas, cuando hablamos todos es mucho mejor. Hay que aprender la lección.
En algún momento habrá que reencauzar las relaciones dentro del sistema político porque una democracia bien vivida le abre cauces a todos los protagonistas. Esto es el abece de la democracia, de lo contrario, aunque suene obvio estaremos viviendo otro modelo en el que los valores democráticos de la tolerancia y el respeto no existen.

martes, marzo 14, 2006

A SANGRE FRIA

(Publicado - El Observador)
La película de Truman Capote no puede impresionar a los uruguayos. Hace ya un tiempo en el que la violencia, los robos y los asesinatos se han transformado en algo cotidiano por acá. “A sangre fría” se podría escribir sin problemas sobre lo que se vive en el Borro, en Pocitos o a la salida del Centenario, no hay que ir a Kansas para encontrar este tipo de relatos verdaderos. Capote se hubiera hecho una fiesta con tanta “opción violenta” que ofrece el Uruguay actual. Si a esto le agregamos el hecho de que la droga anda por todas partes del país, y ya no reconoce sectores sociales, nadie dudará que estamos ante un problema enorme: vivimos con miedo en medio de la violencia.
El gobierno no desea hacer hincapié en el crecimiento de las rapiñas y los hurtos, por el contrario se disculpa con el mapa delictual en la mano y procura convencernos de que las cosas no están tan mal. Se equivoca, porque la percepción ciudadana es que en seguridad no se está actuando con eficacia. Los propios votantes de Frente Amplio lo reconocen, por algo los relevamientos de opinión pública en esta materia son claramente críticos con el gobierno actual. Los gobiernos anteriores tenían una comunicación con la ciudadanía más eficaz. Gustará o no la gente sentía que la oían. No era poca cosa.
Se advierte una grosera desmotivación policial. Basta hablar con distintos efectivos para que cuenten lo distante que lo sienten al poder ejecutivo de sus problemas. La mirada del gobierno es en clave ideológica. La policía no entiende a su ministro porque el ministro no entiende a la policía. Hablan en idiomas diferentes.
La policía siente que no puede actuar, que no tiene las garantías del caso, que si actúa con convicción nadie responderá por ella. Agréguese a esto la tontería de haber liberado presos por una razón operativa (para descomprimir), sin un proceso de rehabilitación consistente, y el cóctel es explosivo: tenemos poca policía, desmotivada y molesta.
Los que vimos por televisión como un jerarca policial reconocía que el Pit Cnt le “había dado cuarenta y cinco minutos de plazo” para actuar en una ocupación a una fábrica, no lo podíamos creer. Ahora, además, hay que pedirle permiso a la central sindical para actuar en defensa del orden. Triste y preocupante es el saldo cuando se subvierten las instituciones y cuando los límites del Estado de Derecho se esfuman.
El gobierno se queja porque lo quieren hacer venir al parlamento al ministerio del interior para pasarle algún reto. El gobierno se enoja y afirma que la mayoría lo apoya en este tema. No es cierto, pero aunque lo fuera la minoría tiene derecho a convocarlo. Así es la democracia y los que dicen respetarla lo deben hacer sin chistar.
Que al gobierno no le gusta que le digan como hay que hacer las cosas, mala suerte, pero que tenga paciencia, hay demasiada sangre corriendo por allí como para ignorarla. Al fin y al cabo eso es lo que el Frente Amplio predicó durante veinte años: hay que hacer el contralor cuando las cosas se desorientan. Lo sucedido con el hincha asesinado no puede pasar desapercibido. En cualquier lugar del mundo alguna cabeza rueda ante semejante bestialidad. Algún jerarca, cometió algún error que debe pagar.
No debiera histeriquear el gobierno cuando en materia de seguridad, tirios y troyanos alzamos nuestras voces. Algo de razón debemos de tener. Algo debe estar pasando que tanta gente está tan nerviosa. Algo debe suceder para que tantos individuos de la vida del país (periodistas, comunicadores, profesionales, académicos) casi todos clamen a gritos por más eficacia en el combate a la delincuencia. Todos no son de derecha.
Entendámonos bien Sr. Ministro: no queremos que den palos, no corresponde el autoritarismo. Queremos vivir en paz, sin temor a la oscuridad, llevando a nuestros hijos sin mirar para atrás por temor al rapiñero de turno. Repito, en paz. De eso se trata el asunto: que devuelvan un poco de tranquilidad. Ni más, ni menos: tranquilidad. ¿Es mucho pedir o hay que ser de izquierda para tener legitimidad en el pedido?

martes, marzo 07, 2006

PROPUESTA DEL DR. WASHINGTON ABDALA

PREMIO EN DINERO A LA POLICÍA QUE DETIENE DELINCUENTES


La presente es una propuesta que esperamos sea analizada en el marco de la actuación del Ministerio del Interior por lo que no planteamos la iniciativa como proyecto de ley sino como un borrador de decreto que el Poder Ejecutivo evaluará su conveniencia. En el tema de la inseguridad pública los tiempos corren y hay que producir respuestas cuanto antes, por eso recorremos este camino que, con las garantías necesarias, esperamos que se convierta en un instrumento de rápidos efectos en el tema.

La creciente inseguridad que padece la población de nuestro país es confirmada por los propios datos oficiales del Ministerio del Interior, si bien el mapa delictual se mantiene similar al de otros años, ello no es así en dos figuras que cada vez crecen más. Los números reconocen que los hurtos y rapiñas son delitos que han aumentado de manera alarmante en el último año.

Esta dramática situación —en las que los ciudadanos ya no pueden ser dueños de sus vidas y bienes— se debe afrontar agotando todos los recursos que estén a nuestro alcance. Por lo tanto, además de potenciar los mecanismos clásicos de prevención y aumentar las herramientas represivas, entendemos que deben instrumentarse innovadoras propuestas que contribuyan a estimular el celo de personal policial. Ese actor central en el tema de la seguridad pública no siempre la sociedad le reconoce su dedicación.

En ese sentido, planteamos introducir un mecanismo que apunte a premiar al personal policial que efectivamente desempeñe tareas de prevención y represión del delito de manera directa, consistente en una retribución extraordinaria en dinero, sin perjuicio de la normativa vigente que regula el régimen de calificaciones de todo el personal en actividad.
Es una cuestión de justicia que aquellos que enfrentan al delito en forma eficiente y satisfactoria vean su esfuerzo y dedicación premiado con la distinción pública, y con el hecho tangible de una retribución que contribuirá a su bienestar y al de los suyos. Es lo menos que se puede hacer para quienes protegen nuestra vida arriesgando la suya, y es una metodología que motiva a la actuación de quienes ponen todo de sí para cumplir sus tareas obteniendo resultados concretos.
De esto se trata la propuesta: los policías que obtienen resultados, los que frenan al delito, los que le ganan a la delincuencia son premiados. Por algo, organizaciones no gubernamentales, empresas en todo el mundo e instituciones benéficas, premian a los elementos más destacados en sus respectivas áreas.

A los efectos de reglamentar esta iniciativa, sugerimos los aspectos más importantes que, a nuestro entender, deberían ser contemplados:


Anualmente se premiará a los cien mejores policías según su desempeño en las tareas de prevención y represión del delito, en ceremonia oficial en la que el Presidente de la República y el Ministro del Interior otorguen la distinción referida y la retribución extraordinaria en dinero.

Esta propuesta no afectará el sistema de ascensos vigente (Artículos 47 a 59 del Capítulo VI de la Ley Orgánica Policial, Decreto PE 218/2000).

La normativa que contemple la creación del premio deberá determinar la formula de cálculo del mismo.

Los efectivos policiales comprendidos en las evaluaciones de desempeño y que estarán habilitados para obtener el premio, serán los Comisarios y Sub Comisarios y el personal del Subescalafón Ejecutivo a su cargo, de las Comisarías Seccionales, Comisaría de la Mujer y Comisaría de Menores. En el caso de Montevideo, también estarán comprendidos el personal de la Guardia de Coraceros y de la Guardia Metropolitana.

Los encargados de realizar la evaluación de desempeño serán el Director de Seguridad a través de los titulares de las Comisarías y los Jefes de las respectivas Inspecciones de Zona. El Sub Secretario de la Cartera participará y coordinará el grupo de trabajo que estudiará estas evaluaciones excepcionales.

También estarán comprendidos el personal Ejecutivo perteneciente a las direcciones nacionales de Policía Caminera e Información e Inteligencia, la Dirección General de Represión del Tráfico Ilícito de Drogas y la Oficina Nacional de Interpol. Para estos casos la evaluación de desempeño estará a cargo del director respectivo, conjuntamente con el Sub Secretario según punto 5.

La evaluación de desempeño se realizará a través de la aplicación de indicadores que contemplen aspectos cuantitativos y cualitativos.

Entre los aspectos cuantitativos consideramos conveniente atender: el rendimiento del personal policial en la captura de aquellos detenidos sobre los que el Poder Judicial determine el procesamiento penal. De estos, tendrán un mayor valor los casos resueltos en situaciones de infraganti delito o la resolución de actos delictivos en las primeras veinticuatro horas de consumado el hecho y/ o recuperado lo hurtado.

Entre los aspectos cualitativos se considerarán el celo funcional, la abnegación en el enfrentamiento al delito y el espíritu de riesgo ante el mismo.

A pesar de cumplir a satisfacción los indicadores cuantitativos y cualitativos mencionados, afectarán notoriamente la evaluación de desempeño la existencia de sumarios administrativos o procesamientos por la Justicia Penal o cualquier otra conducta que afecte el servicio o la imagen institucional, especialmente en el debido respeto de los derechos humanos de la población en general.

Para solventar los montos de los premios anuales se creará un fondo con aportes del sector público y donaciones del sector privado. Dada la alta tasa de delitos, seguramente se podrá contar con la valiosa colaboración del sector empresarial del país, que de buen talante participará de una propuesta de esta naturaleza dada la fenomenal expectativa de encontrar respuestas urgentes en el combate al delito.



6 de marzo de 2006

miércoles, marzo 01, 2006

LA ÉTICA DEL ENVENENAMIENTO

(Publicado - El Observador- 1/03/06)
Son ladrones. Son coimeros. Depredan al Estado. Se creen dueños del país. Colocan a sus amigos. Privatizan porque se quieren “prender” en algo. Están en todos los curros. Siguen creyendo en el clientelismo barato. Se creen que no los ve nadie. Se sienten impunes. Están en cuanto curro aparece. Dan asco de tanto que afanan. Esta fue la prédica que, durante años, el partido político en el gobierno actual sostuvo en corrillos, en la tribuna y en todos lados. Se llegó hasta a montajes mediáticos en los que algunos autodeclarados “probos” senadores y ministros actuales, marchaban por los juzgados presentando “casos” que entendían eran de flagrante corrupción. Se alimentaron rumores que llegaban al extremo de construir una “verdad” absoluta en la que muchísima gente estaba convencida de la corrupción abierta de dirigentes blancos y colorados. No había con qué darle. Se había instalado una lógica de la conspiración en la que se seleccionaron culpables y esos individuos tuvieron que padecer el escarnio público. El rumor como arma mortal operó de manera perfecta. Se envenenó el alma de mucha gente a la que se le hizo creer que todos los que actuaban en los partidos históricos eran una banda de ladrones que querían apropiarse de lo que estaba delante de ellos. Todos, ese era el mensaje. No se discriminó sino que se barrió grueso. Esa era la mentalidad de los gobernantes del país: una manga de vivos y acomodaticios que estaban para la de ellos. Había poco menos que lincharlos. Sí, les rindió la acumulación de rencor, de calenturas y de ira. Llegaron, incluso, a inventar casos que luego la ciudadanía corroboró que quedaban en nada. Fueron muchísimos más los archivos de actuaciones judiciales que las cabezas guillotinadas. Pero el daño popular de predicar la difamación cobarde ya estaba hecho. Y mucha gente lapidada alegremente. Jaque mate a los partidos históricos. Claro, la historia sigue. Ahora el umbral de expectativas éticas para con los gobernantes propietarios de la moral pública es gigante. Y está bien que ello sea así porque no se puede predicar una cosa y hacer otra. Por ejemplo, la triste situación a la que nos somete el secretario de la Presidencia al desplegar todo su poder, y generar un conflicto latente con funcionarios de gobierno sometidos a jerarquía pública, y a los que ubica en indelicada posición por el desempeño de su actividad privada, es un enorme error que lo daña a él y a todo el Estado uruguayo. Por algo desde la prensa de izquierda el tema se empieza a colar con fuerza. Hay mucho enojo por allí. Ahora, además, parecería que el aburguesamiento le llegó al gobierno. Y lo genial de todo esto es que no es la oposición la que está incendiando la pradera, es la gente a la que tanta manija le dieron que ahora los acorrala y los marca. Lo hace en el boliche, en el balneario y en cualquier esquina. Lo hace porque creía que llegaban los Savonarola. Lo hace de buena fe y se encuentra que los que ayer predicaban hoy lo desprecian. Lo que sucedió fue que la acumulación que aplicaron no era básicamente electoral -lo que hubiera sido inobjetable-, manijearon bronca, y demonizaron tanto que ahora el monstruo que construyeron es ingobernable para con ellos mismos. No se trata de renegar de la ética, lejos estoy de esa postura. Se trata sí de saber que el instrumento que utilizaron con impostura y con demagogia ahora se les vuelve en contra día a día. Y ya lo sabemos todos, no hay peor cuña que la del mismo palo. Va a ser interesante ver qué esgrimen en su defensa porque no es sencillo creerse beatificado, y despertarse un día y ver que los votantes ahora están convencidos que sus líderes se han convertido en gente que se corrompió ante las alfombras rojas, los autos oficiales, la actividad privada que no largan, y la deliciosa cantidad de viajes ministeriales que ayer criticaban y que hoy defienden con ahínco y devoción. El doble discurso es muy malo pero la doble moral es mucho peor.