miércoles, mayo 31, 2006

¿TIENE UN SUEÑO EL PRESIDENTE?

(Publicado - El Observador 31/05/06)
Cada presidente que llega al poder viene con un sueño. Es el gran momento político de sus vidas, en el que buscan consolidar un proyecto ideológico en la praxis cotidiana. Cada uno, además, tiene su estilo, lo que hace que hombres de similar divisa tengan acentos, entonaciones y posturas personales distintas. Sanguinetti y Batlle provienen del mismo sector partidario, son del mismo partido, pero cada uno construyó su visión política con dimensiones propias. A su vez, hay diferencias notorias de cómo ven la política con Lacalle aunque las izquierdas jueguen infantilmente a poner todo dentro de la bolsa de la “derecha”. Es evidente que estos tres ciudadanos no piensan igual: el Mercosur, la apertura económica y el combate a la pobreza, son solo algunos ejemplos en los que todo el país sabe cómo reaccionan en forma diferente cada uno de estos actores.
Con el presidente actual nos sucede algo peculiar, porque nadie sabe a ciencia cierta para dónde dispara. Quizás porque no tiene un proyecto filosófico de poder, quizás porque tiene que manejarse entre criterios políticos muy diversos, quizás porque no es un estudioso de lo político, en fin, por lo que fuere el Dr. Vazquez genera más incógnitas que certezas. Para peor, sus posturas erráticas nos confunden aún más. Verlo en Venezuela sacando pecho y apostando a lo antigringo, y luego observar su operación U.S.A. es como para volver esquizofrénico a cualquiera. El día y la noche en cuestión de semanas.
Hasta ahora ese vacilar no le ha salido demasiado caro. Primero, porque la economía no está tan mal, vendemos todo lo que producimos. Segundo, porque en el país de los ciegos el tuerto es rey: entre el neopopulismo de Kirchner, el grupo de Ali Babá de Lula, el Mussolini tropical y el regreso del indio, en fin, Tabaré casi, casi, es una luminaria. Cómo estarán las cosas por el barrio que la victoria de Alan García nos parece bien...
Pero no se puede ser mejor porque los demás son lamentables. Se trata de entender que los países solo mejoran cuando los proyectos políticos sanos tienen densidad y volumen, no se discute lo obvio y todo el mundo patea para el mismo lado. Eso fue y es Chile. Allí los debates no histeriquean en torno al crecimiento del país, en relación al acceso a mercados y en el combate a la exclusión. Hay ciertas cosas básicas que “izquierda” y “derecha” saben que no se pueden discutir. Eso es la madurez en política. Acá somos adolescentes eternos, todo es motivo de rebeldía y de mil visiones distintas, todo se pasa a debate, todo termina en alguna comisión que pretende articular lo inarticulable.
Estamos en un gran lío porque nuestro presidente socialista no es el típico cuadro del partido de Frugoni. Tampoco se pone el saco socialdemócrata del ministro de economía y menos le quedan aún las vestimentas mujiquescas. ¿Quién es el presidente? ¿Cuál es su verdadero sueño? ¿Tiene un sueño filosófico o solo fue el artífice de una acumulación de fuerzas por detrás de un objetivo duro de poder?
Los partidos tradicionales le dimos una gran mano a este señor. Con nuestros errores, con nuestras equivocaciones y nuestras disputas contribuimos entusiastamente al crecimiento de una victoria electoral como nunca se había dado en la historia del país. Siento que fue más fuerte el sentimiento de buscar desalojar a los partidos históricos del poder que la línea proactiva de ubicar a Tabaré en la presidencia. Pero ahora hay que gobernar, ya no alcanza con enjuiciar el pasado, hay que hacer rendir al presente y empezar a recorrer algo del futuro. Allí es donde se manca el potrillo, de a poco se va quedando sin aire.
Lo que el país empieza a sentir es que en el gobierno hay desorientación y fuertes contradicciones. La desazón está llegando mucho antes de lo previsto. Y todavía falta lo peor, porque el IRPF sí que va a mover las raíces de los árboles y todos sabemos que el presidente no está demasiado empapado en el asunto… lo que complica más las cosas. Hubiera sido mejor que la cabeza del Poder Ejecutivo nos hubiera dicho para dónde vamos, cosa de no andar a los bandazos. Los que creían que era el Felipe González uruguayo ya vieron lo que da el hombre.

En serio que estamos en un gran lío.

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