lunes, octubre 03, 2005

¿INTERPELACIONES SIN CONSECUENCIAS?

(Publicado - Cambio de Salto - 3/10/05)
Las interpelaciones durante el actual período de gobierno van a ser todas iguales: se oirán a los distintos ministros, la mayoría parlamentaria del gobierno los avalará, la oposición hará sus críticas y nada demasiado espectacular sucederá.
Esa es la primera impresión que surge. Pero hay otro ángulo a tener en cuenta y es que el formato parlamentario cambió hacia una situación novedosa. Me explico: en la medida en que no hay votos para criticar a un ministro, menos aún para censurarlo, lo que ahora ganará terreno será la tarea del legislador en las comisiones del Parlamento, defendiendo al gobierno o criticándolo. Esto genera que lo importante sea la instalación de un tema. Si el abordaje es trascendente, si tiene mérito para hacer pensar a la sociedad, en esos casos, entonces, la oposición que debe ejercer el contralor democrático habrá ganado una batalla.
Con el episodio López Mena y su prórroga de concesión en el puerto de Montevideo, algo de esto sucedió. No quedó claro el buen negocio actual para el país. No se sabe si hay razonable equivalencia entre lo que brinda el concesionario y lo que paga por hacer uso de las instalaciones. No queda claro si el objeto del contrato cambió y por ende estamos ante un nuevo contrato y no ante una prórroga. En fin, nada quedó muy claro y esto implica que la convocatoria al ministro de Transporte y Obras Públicas al Parlamento era necesaria.
¿Qué creo que hay que hacer ahora? Entiendo que los parlamentarios que con tanta dedicación se metieron en este tema, que lo investigaron, deben llegar al fondo del asunto. Todos tenemos derecho a conocer qué es lo que sucedió realmente con este emprendimiento y sus vinculaciones con el país, con el Estado, en fin, con los recursos de todos nosotros. Porque López Mena es socio de todos y cada uno de los uruguayos, porque nosotros somos los propietarios de los espacios físicos a los que a él se le “concede” el derecho de explotación.
Permítanme una picardía: ver al gobierno, al Frente Amplio, defendiendo a capa y espada al señor López Mena, a su gestión durante los últimos diez años (haciéndose los ingenuos ante las bravuconadas de Gargano y Fernández Huidobro, hoy enterradas en el más oscuro baúl de los recuerdos), es toda una sinfonía primaveral jamás imaginada.
Advertir el monumental esfuerzo intelectual y moral que tuvieron que ejercitar muchos legisladores del gobierno, al inaugurarse en esa dura tarea de abordar y defender en lo que ellos declaradamente no creen, fue una visión memorable. Muchos no hablaron. Y de los que hablaron muchos manejaron la distancia y otros se movieron por cuerdas laterales. Cómo han cambiado las cosas: el Frente Amplio defiende el accionar de un capitalista de lujo, los partidos fundacionales objetan los procedimientos. Esto era inimaginable hace unos años.
No se trata de objetar el “viaje” que emprendió el gobierno hacia la civilización. Bienvenidos. Eso sí, si se trata de que ahora se entendió el mundo del mercado libre, la participación del empresariado privado en la economía, la necesidad de las concesiones a privados, etcétera, etcétera, es bueno que también se diga que todas las feroces críticas a las que se sometió a los gobiernos pasados fueron parte de una estrategia electoral llevada de la forma más brutal para desgastar a los partidos tradicionales y conquistar voluntades, las que probablemente en gran medida se las condena a la frustración.Decir que las interpelaciones no tienen consecuencias políticas no es totalmente cierto. El ministro no caerá, pero las falsedades, los yerros y las “volteretas”, con el tiempo se hacen evidentes.

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