miércoles, setiembre 28, 2005

¿HABIA UNA INTELLIGENTSIA DE IZQUIERDA?

(El Observador - 28/09/05)
Los intelectuales son todos de izquierda. Los profesionales en su inmensa mayoría son de izquierda. Los especialistas formados en el exterior y que vuelven al país son de izquierda. Los más educados son de izquierda. La cultura es de izquierda. En fin, la intelligentsia uruguaya (en ruso por el origen del término) es de izquierda.
Algo anda mal ante semejante afirmación porque, ¿cómo puede ser que presentándose semejante equipo humano, con propuestas de todo tipo ante “el desastre histórico de la derecha” el resultado sean tan penoso, con tantas marchas y contramarchas, con tanto error absoluto: presos liberados y condecorados, rehabilitación insignificante, trancazos en la salud, combate a la pobreza ínfimo, cero capacidad de gerenciamiento estatal, actitudes erráticas en derechos humanos, y para colmo prácticas políticas similares a las que criticaron toda la vida. (Creación de cargos). Esto, como muestra objetiva de lo difícil que se le está haciendo al gobierno pararse en la cancha en diversos frentes.
La conclusión es una sola: los gobernantes no se improvisan y muchos de los que se ufanaban de saber como cambiar las cosas, hoy ni siquiera conocen el Tocaf, o desconocen los procedimientos públicos, o no saben ni donde queda la Oficina de Servicio Civil. Agréguele a esto el contencioso ideológico entre reformistas moderados (Astori y su equipo) versus estatistas románticos imbuídos del batllismo histórico (socialistas, comunistas, emepepistas) y el resultado es explosivo.
Lo dramático es que con este encuadre el país no es atractivo para el mundo exterior. Nadie en su sano juicio vendría a un lugar donde se está experimentando entre dos izquierdas que tensionan el escenario nacional y que no permiten ambientar un espacio atractivo para esa inversión imprescindible que genere trabajo auténtico en el país. Algo de esto escribía con acierto Daniel Ferrere, el sábado en esta página con relación al tratado de inversiones con el norte. Nadie se levanta en el mundo pensando en Uruguay.
En el fondo hay un problema de soberbia agudo, porque la ciudadanía le otorgó al Encuentro Progresista una legitimidad enorme que no debiera dilapidarse en intraconflictos políticos mucho más partidarios que gubernamentales. Si el juego de poder ya está sobre la mesa de los principales referentes frentistas, qué quedará cuando dentro de algunos años arranque la batalla por la sucesión de Vázquez. Así como quien no quiere la cosa, y según un vocero oficial del Frente Amplio como lo es el propio ministro Mujica, ya hay tres nombres que se ventilan por allí para correr la carrera presidencial futura. Si a sólo seis meses del gobierno, con tan poquita cosa de la que sacar pecho ya se arranca con los perfiles presidenciales, en fin, no parece ser ese el cambio que le prometieron a la gente. Por algo hay tanto enojo por allí.
El gobierno ahora es hijo de sus históricas proclamas, por eso las expectativas ciudadanas (hasta de los que no los votaron) son tan enormes porque en algún momento convencieron a ciudadanos de otras tolderías. Ellos sabían cómo parar la crisis, ellos sabían cómo combatir la pobreza, ellos sabían cómo modernizar el Estado, ellos lo sabían todo. Los partidos fundacionales eran los conservadores, los reaccionarios, la nada. Hoy, la historia se está escribiendo sola, dialogan en los mismos códigos que antes con el FMI. Hablan de modernizar empresas públicas. Desean seducir al capital internacional. Hacen los circuitos internacionales predecibles de todos los presidentes uruguayos y no han agregado ni una gragea de creatividad al ruedo.
Si alguien nos hubiera dicho que esto era todo el potencial de tanta inteligencia concentrada en un partido político, con franqueza nadie lo hubiera creído. Ni nosotros, sus opositores históricos. Se suponía que llegaban para vencer la adversidad con tanta sabiduría universitaria y calificada tan preparada desde hace tanto tiempo. Qué lástima para el país que sea tan magro lo que haga “temblar las raíces de los árboles”. En realidad, el temporal pasado los movió mucho más que el gobierno.

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