lunes, febrero 06, 2006

¿MICHELLE O EVO?

(Publicado - El Observador - 1/02/06 )
Si usted leyó “Cuentos Chinos” de Andrés Oppenheimer, o la entrevista que Búsqueda le hace a este periodista en su último número comprenderá hacia dónde quiero ir con estas líneas. América Latina, ahora sí, ya construye por lo menos dos modelos políticos bien distintos. El chileno, ese que casi todos envidiamos, se sostiene en una sensata línea económica, sin discusión sobre lo macroeconómico básico y con debate sobre los temas laterales. Lo central, ya nadie se permite el lujo de perder el tiempo manejando ideas absurdas. Ni la derecha, ni la izquierda son muy distintas en esto. Y nadie se avergüenza allí de coincidir en todo lo que tiene sentido común. Parece increíble, pero las distancias entre los votantes de Allende de ayer, hoy aggiornados, y los ex pinochetistas de ayer, hoy aggiornados, no es importante. Toda esa gente priorizó el país por encima de sus visiones ideológicas. No hay dudas, ganaron todos. La otra referencia ya está clara también. Venezuela es el novel modelo político de América Latina. Con una visión populista, parados arriba de los petrodólares, con sentido mesiánico arrollador y con un discurso (no una práctica) antiimperialista, es la nueva izquierda del sesenta puesta al día. Allí se cumplen todos los ritos previsibles. Obsecuencia con Fidel, animadversión hacia Bush e insistir en esa cínica visión binaria del mundo, donde los buenos están de un lado y los malos del otro. Como si todo fuera tan fácil. En este escensario se adjunta al nuevo presidente de Bolivia. Evo se coloca con todo, inclusive con una visión revanchista de la historia y con un talante político con el que no hay que ser un genio para advertir que van a aparecer conflictos donde nadie se los imagina. Evo se los va a inventar. ¿Dónde va a ubicarse Uruguay en esa bipolaridad? Por ahora nadie puede afirmar con claridad nada definitivo. Algunos insinúan que el péndulo va más hacia el lado chileno. Ojalá pero no está nada claro el asunto. El presidente será quien en algún momento deje de arbitrar para pasar a liderar posiciones y marcar más las cosas. Eso se hace con definiciones y no con el diario del lunes. Y allí, sea cual sea la opción, deberá tomar riesgos, algo que no le gusta demasiado por lo que se advirtió el primer año de gestión. La reforma de la salud y el impuesto a la renta de las personas físicas tal como fue presentado originalmente, más el pobre accionar de algunos ministros demodé y sesentistas, por momentos nos parecen zambullir en ese mundo loco de una izquierda claustrofóbica y autocomplaciente con sus dogmas del pasado. Gargano, Olesker, Díaz, ¿se parecen en algo a la Bachelet o tienen más bien el otro perfil y aroma de antaño? Con franqueza, nadie sabe bien qué piensa a fondo el presidente. Sus ideas verdaderas son un misterio. Claro, Vázquez ha hecho de sus contradicciones un atributo. Cuando el pescado está vendido le pone las fichas al que ganó, pero de continuar con esa lógica su gabinete se irá convirtiendo mucho más en un escenario de competencias y vanidades que en un equipo humano jugado a un proyecto político. Allí, también perdemos todos porque no es justo que las vocaciones presidenciales de algunos, o los perfilismos ideológicos de otros, enloquezcan nuestras existencias cotidianas. La verdad, no hay opción posible. Además, después de los desplantes que la política Argentina le dispensó a sus amigos progresistas uruguayos, las cosas están mucho más claras. Estamos solos. Y si no entendemos que eso es una oportunidad y no un problema, no estamos entendiendo nada. Repito, Chile pudo avanzar en el mundo, conquistar mercados y repartir sus riesgos de manera prodigiosa. Cuando la Argentina voló en mil pedazos, a los chilenos no los salvó la cordillera, los salvó la sensatez de no apostar a un país que vive en una ciclotimia permanente. Lógica pura. Ya lo tendríamos que saber de memoria. Todos. Y hace bastante rato.

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