(Publicado - El Observador - 6/02/08)
Va a ser un año malo, lleno de arremetidas gubernamentales inconexas, mezclado con la política electoral del gobierno y en medio de una crisis económica planetaria que sólo acá nos cuentan que no va a tener repercusiones. Se viene el temblor, ahora no hay dudas.
El gobierno no supo laudar entre el capital y el trabajo. Creyendo que había demasiado poder en las patronales, ambienta una legislación laboral que daña el derecho de propiedad (con un modelo harto discutible de “ocupaciones” legales) y ahuyenta la inversión que no aterrizará en un terreno de alta conflictividad, y donde ya se sabe quién tiene la razón de antemano. Todos reconocen que este año va a ser más tenso, con más conflictos que el año anterior, sin embargo los dados están echados y nadie hará nada.
Las mordidas tributarias a los bolsillos de la gente llegarán a su apogeo, entre IRPF y el nuevo modelo de salud, más contribuciones y patentes. La clase media ya está enfurecida y siente que fue traicionada. Mientras que Zapatero en España, baja el IRPF y subsidia a los trabajadores y a los jubilados con 400 euros por persona, acá la fiesta consiste en sacarle más plata a la ciudadanía trabajadora dentro de un ciclo que -hasta ahora- era expansivo en la economía nacional pero que ya sabemos que se está complicando.
La trancada planetaria de las bolsas inevitablemente nos pegará fuerte y mal en algún lado. No es fácil orientarse por dónde pero no es sensato afirmar que acá no pasará nada, como que fuéramos Marte, alejados de la Tierra. Es ofensivo para la inteligencia de cualquier uruguayo, porque es obvio que el ciclo exportador estará amenazado, así como el sistema financiero tendrá coletazos inevitables y ni qué hablar de las inversiones. Pensar otra cosa no es posible y es mentirle a la gente.
La relación con la Argentina seguirá con problemas. La presidenta argentina y el presidente uruguayo no parecen mostrar la más mínima señal de aceitar las relaciones dañadas por la instalación de la pastera uruguaya. Desde episodios laterales hasta amenazas comerciales de fondo, todo puede suceder con un gobierno argentino que no se caracteriza por la tolerancia y la ductilidad diplomática ante el mundo. Solo verlos discutir con los Estados Unidos alcanza para entender el lío en el que estamos. (Pusieron en un “corralito” al embajador norteamericano en Buenos Aires y lo liberan de vez en cuando como señal de apertura…)
Los gremios, por su parte, como se sienten aliados del proyecto político oficialista, en la pública van a vociferar todo lo que puedan y marcarán algún perfil para mostrarse "íntegros", pero en la privada matearán con el gobierno, encontrando soluciones a buena parte de sus reclamos corporativos sin medir demasiado si el sector privado tiene espaldas para esas aventuras. La fiestita sigue y nadie sabe quién pagará las cuentas…
El panorama no es alentador. Y esto que afirmo acá lo puede advertir cualquiera. Es casi obvio. Con un agregado delicado: el desempoderamiento presidencial no ayudará para nada. Es presumible que algunos actores del gobierno se desmarquen dialécticamente al principio y tácticamente, luego de la defensa a ultranza de Dr. Vázquez, porque creerán que a la disconformidad hay que cobijarla sea como fuere. El Presidente ya no tiene cómo amonestar, ya no importan demasiado los cargos de gobierno y ya no tiene poder para vetar adentro del Frente Amplio. Las miradas hacia el príncipe heredero (el candidato frentista) serán el nuevo eje de poder real que procesará la coalición de gobierno. El Dr. Vázquez deberá ir prendiendo velitas para que el candidato frentista sea alguien con buena onda con él.
La oposición debiera entender que es un año hiperdelicado y por ello hay que actuar con sentido patriótico y notoria inteligencia. Esto implica recorrer el camino de la búsqueda del poder en un prisma maduro. Lo que no requiere dejar de marcar las diferencias, por cierto, pero sin incendiar el país como sí hacían ellos cuando querían ganar siendo los amos absolutos del No a cualquier cosa que se hiciera en el país. Hay que ser distintos también en eso.
Va a ser un año malo, lleno de arremetidas gubernamentales inconexas, mezclado con la política electoral del gobierno y en medio de una crisis económica planetaria que sólo acá nos cuentan que no va a tener repercusiones. Se viene el temblor, ahora no hay dudas.
El gobierno no supo laudar entre el capital y el trabajo. Creyendo que había demasiado poder en las patronales, ambienta una legislación laboral que daña el derecho de propiedad (con un modelo harto discutible de “ocupaciones” legales) y ahuyenta la inversión que no aterrizará en un terreno de alta conflictividad, y donde ya se sabe quién tiene la razón de antemano. Todos reconocen que este año va a ser más tenso, con más conflictos que el año anterior, sin embargo los dados están echados y nadie hará nada.
Las mordidas tributarias a los bolsillos de la gente llegarán a su apogeo, entre IRPF y el nuevo modelo de salud, más contribuciones y patentes. La clase media ya está enfurecida y siente que fue traicionada. Mientras que Zapatero en España, baja el IRPF y subsidia a los trabajadores y a los jubilados con 400 euros por persona, acá la fiesta consiste en sacarle más plata a la ciudadanía trabajadora dentro de un ciclo que -hasta ahora- era expansivo en la economía nacional pero que ya sabemos que se está complicando.
La trancada planetaria de las bolsas inevitablemente nos pegará fuerte y mal en algún lado. No es fácil orientarse por dónde pero no es sensato afirmar que acá no pasará nada, como que fuéramos Marte, alejados de la Tierra. Es ofensivo para la inteligencia de cualquier uruguayo, porque es obvio que el ciclo exportador estará amenazado, así como el sistema financiero tendrá coletazos inevitables y ni qué hablar de las inversiones. Pensar otra cosa no es posible y es mentirle a la gente.
La relación con la Argentina seguirá con problemas. La presidenta argentina y el presidente uruguayo no parecen mostrar la más mínima señal de aceitar las relaciones dañadas por la instalación de la pastera uruguaya. Desde episodios laterales hasta amenazas comerciales de fondo, todo puede suceder con un gobierno argentino que no se caracteriza por la tolerancia y la ductilidad diplomática ante el mundo. Solo verlos discutir con los Estados Unidos alcanza para entender el lío en el que estamos. (Pusieron en un “corralito” al embajador norteamericano en Buenos Aires y lo liberan de vez en cuando como señal de apertura…)
Los gremios, por su parte, como se sienten aliados del proyecto político oficialista, en la pública van a vociferar todo lo que puedan y marcarán algún perfil para mostrarse "íntegros", pero en la privada matearán con el gobierno, encontrando soluciones a buena parte de sus reclamos corporativos sin medir demasiado si el sector privado tiene espaldas para esas aventuras. La fiestita sigue y nadie sabe quién pagará las cuentas…
El panorama no es alentador. Y esto que afirmo acá lo puede advertir cualquiera. Es casi obvio. Con un agregado delicado: el desempoderamiento presidencial no ayudará para nada. Es presumible que algunos actores del gobierno se desmarquen dialécticamente al principio y tácticamente, luego de la defensa a ultranza de Dr. Vázquez, porque creerán que a la disconformidad hay que cobijarla sea como fuere. El Presidente ya no tiene cómo amonestar, ya no importan demasiado los cargos de gobierno y ya no tiene poder para vetar adentro del Frente Amplio. Las miradas hacia el príncipe heredero (el candidato frentista) serán el nuevo eje de poder real que procesará la coalición de gobierno. El Dr. Vázquez deberá ir prendiendo velitas para que el candidato frentista sea alguien con buena onda con él.
La oposición debiera entender que es un año hiperdelicado y por ello hay que actuar con sentido patriótico y notoria inteligencia. Esto implica recorrer el camino de la búsqueda del poder en un prisma maduro. Lo que no requiere dejar de marcar las diferencias, por cierto, pero sin incendiar el país como sí hacían ellos cuando querían ganar siendo los amos absolutos del No a cualquier cosa que se hiciera en el país. Hay que ser distintos también en eso.
5 comentarios:
Y en el terreno futbolístico cómo vamos a andar Turco?
como el partido colorado, martín
yo vote al Frente amplio las elecciones creyendo que ibas a hacer algo distinto e hicieron cualquier cagada. ni en pedo los voto de nuevo. a vos tampoco te voto ni en pedo turco.
Varios temas se repasaron... Pocos realistas, a mi punto de vista;
En primer lugar, la crisis que se generó en los EEUU sin lugar a dudas va a afectar al Uruguay, no por lo que representa EEUU como importador de productos uruguayos, sino por lo que representa una caída en la moneda en la cual uno debe exportar. A mi entender, el golpe que pueda recibir Uruguay con respecto a esta crisis, por ahora es casi nula, el pánico atacó el mundo el lunes que cerró Wall Street, y el martes abrió con tasas de interés minúsculas para demostrar que EEUU puede tranquilamente gobernar la economía mundial, y que puede apalear una crisis que nunca debió salir de los márgenes de su economía local. Si se pudo levantar cabeza en EEUU en tan poco tiempo, me parece a mí que va a pasar como un gran susto y que dentro de unos meses las cosas volverán a la normalidad. El único sector que noto afectado a nivel global es el de la construcción y bienes raíces, que es afectado por lo que socava la crisis americana.
Dudo que por eso sea prematuro decir que no cunda el pánico. Y de última, sería evitar hacer la estupidez que hizo Bush, de generar pánico y desconfianza en el mercado.
actualizá turco, dale viejo, media pila!
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