La ambigüedad es peligrosa, máxime en política y peor aún en un gobierno. Esconde fallas y discrepancias que hacen eclosión en la primera oportunidad. De eso está cargada la celebración del 19 de junio, el acto del “Nunca más”.
El Presidente de la República fue deliberadamente ambiguo cuando anunció sus decisiones sobre el mentado y fallido acto. Dichos anuncios tuvieron la intención de acallar las disidencias que se alzaban desafiantes dentro de su fuerza política, pero, además, creemos que albergó, por lo menos por unos instantes, el sueño de conformar a “tirios y troyanos”. Pero, así, es muy difícil.
En efecto, hay quienes decidieron concurrir pero le solicitan al Presidente que derogue el decreto que dio vida al “acto” y apoyan la derogación de la Ley de Caducidad; hay quienes van a estar allí junto al Doctor Vázquez regocijados porque éste menciona explícitamente al terrorismo de Estado y hace “gre, gre” para no mencionar del mismo modo a la guerrilla. Y todos parecen estar satisfechos de que el Presidente diga una cosa un día y otra muy distinta al otro. No entendemos cuál es el sentido todo esto, porque lo que aquí nos estamos jugando —y de “juego”, desgraciadamente, no tiene nada— es la continuidad de la convivencia pacífica entre todos los uruguayos. Sí, tan grave como eso.
Todos estos acontecimientos, si algo están dejando meridianamente claro, es que la pretensión del Gobierno y del Frente Amplio de poseer la llave maestra para alcanzar la reconciliación nacional se está dando de bruces con la realidad. Estuvieron veinte años dinamitando todo el proceso de pacificación, demonizándo a quienes lo conducían. Yo no voy a concurrir al acto del 19 de junio. Las divergencias no radican en meros ejercicios de carácter teórico o en elucubraciones políticas menores sobre la oportunidad de concurrir o no a un acto oficial.
De concurrir estaríamos convalidando la consagración del doble discurso, dispuesto éste a satisfacer a todos y provocando, más temprano que tarde, nuevas confrontaciones con los futuros defraudados.
De concurrir estaríamos contribuyendo a eternizar el debate sobre el pasado reciente y apoyando la pretendida búsqueda de supuestas soluciones políticas casi mágicas que sólo encadenan al Uruguay a episodios trágicos que deberían superarse.
De concurrir estaríamos dando nuestro apoyo a una visión hemipléjica de la historia, muy dispuesta a encontrar las culpas ajenas al tiempo que encubrir las propias. Mucho esmero se ha puesto en esto último, desvirtuando los hechos, olvidando que no hay episodios aislados, procurando, con una batería de argumentos seudo científicos, demostrar que los que atentaron contra la democracia en realidad fueron sus defensores, que los violadores de los derechos humanos surgieron por generación espontánea y tantas otras adulteraciones.
Este camino no nos lleva a buen destino. La reconciliación nacional se hace con sentido inclusivo, con generosidad y con visión republicana de largo alcance. No se advierte esto en el camino elegido.
Pero no me siento portavoz de la verdad. Y si hay ciudadanos colorados que de buena fe entienden que participar en ese acto es válido, no voy a ser yo quien lo cuestione. Cada uno se para ante la historia como mejor lo entiende. Yo, lo repito, prefiero no ir.
El Presidente de la República fue deliberadamente ambiguo cuando anunció sus decisiones sobre el mentado y fallido acto. Dichos anuncios tuvieron la intención de acallar las disidencias que se alzaban desafiantes dentro de su fuerza política, pero, además, creemos que albergó, por lo menos por unos instantes, el sueño de conformar a “tirios y troyanos”. Pero, así, es muy difícil.
En efecto, hay quienes decidieron concurrir pero le solicitan al Presidente que derogue el decreto que dio vida al “acto” y apoyan la derogación de la Ley de Caducidad; hay quienes van a estar allí junto al Doctor Vázquez regocijados porque éste menciona explícitamente al terrorismo de Estado y hace “gre, gre” para no mencionar del mismo modo a la guerrilla. Y todos parecen estar satisfechos de que el Presidente diga una cosa un día y otra muy distinta al otro. No entendemos cuál es el sentido todo esto, porque lo que aquí nos estamos jugando —y de “juego”, desgraciadamente, no tiene nada— es la continuidad de la convivencia pacífica entre todos los uruguayos. Sí, tan grave como eso.
Todos estos acontecimientos, si algo están dejando meridianamente claro, es que la pretensión del Gobierno y del Frente Amplio de poseer la llave maestra para alcanzar la reconciliación nacional se está dando de bruces con la realidad. Estuvieron veinte años dinamitando todo el proceso de pacificación, demonizándo a quienes lo conducían. Yo no voy a concurrir al acto del 19 de junio. Las divergencias no radican en meros ejercicios de carácter teórico o en elucubraciones políticas menores sobre la oportunidad de concurrir o no a un acto oficial.
De concurrir estaríamos convalidando la consagración del doble discurso, dispuesto éste a satisfacer a todos y provocando, más temprano que tarde, nuevas confrontaciones con los futuros defraudados.
De concurrir estaríamos contribuyendo a eternizar el debate sobre el pasado reciente y apoyando la pretendida búsqueda de supuestas soluciones políticas casi mágicas que sólo encadenan al Uruguay a episodios trágicos que deberían superarse.
De concurrir estaríamos dando nuestro apoyo a una visión hemipléjica de la historia, muy dispuesta a encontrar las culpas ajenas al tiempo que encubrir las propias. Mucho esmero se ha puesto en esto último, desvirtuando los hechos, olvidando que no hay episodios aislados, procurando, con una batería de argumentos seudo científicos, demostrar que los que atentaron contra la democracia en realidad fueron sus defensores, que los violadores de los derechos humanos surgieron por generación espontánea y tantas otras adulteraciones.
Este camino no nos lleva a buen destino. La reconciliación nacional se hace con sentido inclusivo, con generosidad y con visión republicana de largo alcance. No se advierte esto en el camino elegido.
Pero no me siento portavoz de la verdad. Y si hay ciudadanos colorados que de buena fe entienden que participar en ese acto es válido, no voy a ser yo quien lo cuestione. Cada uno se para ante la historia como mejor lo entiende. Yo, lo repito, prefiero no ir.
9 comentarios:
No vas???
Uy, qué cagada..capaz que ahora lo suspenden al no ir vos...
JAJJJJAJAJAJAAASGSG
QUIEROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO SEXOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO QUIEROOOOOOOOOOOOO COJEEEEEEEEEEEEEEEEEEEER QUIEROOOOOOOO UNA VULVAAAA JUGOSAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AGUANTE VOLTAIRE!!!!!NO A LA CENSURA!!!!EL DERECHO A LA LIBRE EXPRESION ES INCUESIONABLE!!!
No no y no. Esta re-de menos comentar en tu propio blog. Es como tener la sensación de que nadie te escribe y bueno, meto comentarios para parecer que la gente lee. Turco, sabes que varios leemos tu trabajo, eso si, si queres una vulva no la vas a encontrar en Glenda Rondán, te lo aseguro.
ASSHGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG DEMENCIA SEXUAAAAAAAAAAAAAL COGGGGGGGGGGGNITIVAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA SIIIII!!!!!!! COGNITIVA!!!!!QUIERO LA VULVA DE SARA PERRONEEEE!!!
estoy de acuerdo con usted y es mejor que no valla.
Señot abdala: este blog ha sido nominado dentro del grupo "mejor blog humoristico"...es un cague de risa la verdad.
Turco, yo no conozco a mi viejo porque estuvo 6 años en cana en la dictadura y lo mataron en una sala de torturas.Razón: era militante en el gremio del liceo.
Nunca lastimó a nadie, nunca rompió nada, nunca agredió a nadie.
Y vos decís que estamos encargándonos de la culpa ajena en vez de asumir las popias? Ojalá llegue el día que tengas que ir a buscar el cuerpo hecho mierda de alguno de tus familires. Ojalá te enteres que lo violaron, lo cagaron a palos, lo torturaron, lo humillaron, le pegaron, no le dieron de comer y encima después lo mataron. Y no solo eso, sino que ojalá no tengas nadie a quien reclamarle nada, nadie que pague por lo hecho, nadie que se haga cargo del homicidio.
Pero como no te va a pasar nunca, porque sos una lacra bien ubicada, lamento que sigas teniendo que esribir este tipo de cosas.
Sos un asco de ser humano, una persona que sinceramente me da lástima. Sos mentiroso, ladrón, fascista, y tenés el culo muy grande para mirártelo todo el día y seguir engordándolo sin que te imoporte nada más.
Me das asco. Vos, y toda esa manga de hijos de puta que tenés al rededor.
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