(Publicado - El Observador 13/06/07)
Luego de que el Presidente Vázquez señalara que no aceptaría un planteo reeleccionista, después de más de dos años en que sus propios socios políticos llevaron y trajeron el tema, se han expresado diversas opiniones. Algunos, por ahora los menos, lamentando la decisión y alentando la esperanza de un eventual cambio de postura en el doctor Tabaré Vázquez (lo cual no sorprendería, en realidad, pero para ello los tiempo se agotan a pasos agigantados). Otros reconociendo la sensatez de la decisión presidencial (más debatibles son el tono y la oportunidad). Unos pocos, también, casi agradeciendo aquello que no hay que agradecer. ¿Desde cuándo cumplir con la Constitución debe "agradecerse"? El Presidente, al fin de cuentas, no renunció a nada, ya que nunca tuvo el derecho a ser reelegido. Por cierto, no son pocos los que creen que el tema en cualquier momento renace.
Sea como fuere, entre aquellas cosas que se han señalado está la de una supuesta respuesta presidencial contra sus correligionarios frenteamplistas por haberlo obligado a retroceder en su propuesta de "Nunca más". En esa perspectiva, el Presidente habría tenido un "gesto de autoridad" frente a su fuerza política, tirándole un fardo político como forma de demostrar quién manda.
Si ese fue el propósito del Presidente --afirmar su autoridad ante una coalición que lo desafió-- pocos parecen advertir --el Presidente en primer lugar-- que el "gesto de autoridad" puede devenir "desempoderamiento" progresivo de la figura presidencial.
Por lo pronto, el adelantamiento de la puja por la sucesión de Vázquez en el Frente Amplio pocas buenas cosas puede agregar a una gestión ya suficientemente aquejada por el "internismo". Si el "perfilismo" de los diferentes ministros, en particular en contraposición al de Economía, ya era un problema, el adelantamiento de la lucha interna por la sucesión presidencial sólo puede empeorar las cosas. En tal sentido, las presiones por incrementar el gasto público para satisfacer clientelas electorales de los diversos sectores del FA pueden poner en riesgo la gestión. No es de extrañar que proyectos como el de refinanciación de deudas sigan lloviendo, auspiciados por el Ministro Mujica, así como declaraciones del tipo "la derecha ya tiene su candidato en el FA". Efervescencias multicolores.
Pero además del adelantamiento de la carrera presidencial en el oficialismo, el "gesto de autoridad" de Vázquez tiene una consecuencia adicional sobre el poder de la figura del Presidente de la República: el Presidente ya no es un actor relevante para el 2009. Y pasan a serlo los presuntos candidatos a sucederlo. A ellos hay que mirar y con ellos nacen las nuevas lógicas de poder real.
Alguien podría señalar --no sin acierto-- que la figura del Presidente de la República tiene un peso específico muy importante siempre. Pero a diferencia de sus predecesores, el doctor Tabaré Vázquez carece por completo de aparato político partidario propio. Su calidad de "cuadro" del PS es pura entelequia. Todo el mundo sabe que la influencia de Vázquez en ese partido es limitada y a duras penas pudo imponer como Secretario General a Eduardo "Lalo" Fernández. El "vazquismo" como tal es un fenómeno de opinión pública, si se quiere, y de entorno. El "vazquismo" es huérfano de aparato político. Y los aparatos pesan y mucho. Que lo diga, si no, el Partido Comunista que, contra viento y marea, con un caudal electoral esmirriado, aún cuenta con una influencia decisiva en el mundo sindical y cuenta con un peso político que excede largamente su peso electoral. Aunque no guste la cosa es así.
En tal sentido, el Presidente Vázquez, en virtud del "gesto de autoridad", ha efectuado una transferencia de poder desde su figura hacia los pre-pre-candidatos. En particular, hacia aquellos que cuentan con mayor peso a la hora de imponerse como candidatos o de definir la candidatura de otros (léase, José Mujica). Existe un severo riesgo, por tanto, de que sean otros y no el Presidente aquellos cuya aquiescencia haya que conseguir a la hora de formular proyectos o rechazar inciativas del Poder Ejecutivo.
Todo lo cual, sin duda, sería un escenario poco favorable para el Presidente no ya sólo en términos de su calidad de dirigente político de primera línea, sino en su capacidad de liderar una gestión que ya se le hacía sumamente complicado dirigir.
Sea como fuere, entre aquellas cosas que se han señalado está la de una supuesta respuesta presidencial contra sus correligionarios frenteamplistas por haberlo obligado a retroceder en su propuesta de "Nunca más". En esa perspectiva, el Presidente habría tenido un "gesto de autoridad" frente a su fuerza política, tirándole un fardo político como forma de demostrar quién manda.
Si ese fue el propósito del Presidente --afirmar su autoridad ante una coalición que lo desafió-- pocos parecen advertir --el Presidente en primer lugar-- que el "gesto de autoridad" puede devenir "desempoderamiento" progresivo de la figura presidencial.
Por lo pronto, el adelantamiento de la puja por la sucesión de Vázquez en el Frente Amplio pocas buenas cosas puede agregar a una gestión ya suficientemente aquejada por el "internismo". Si el "perfilismo" de los diferentes ministros, en particular en contraposición al de Economía, ya era un problema, el adelantamiento de la lucha interna por la sucesión presidencial sólo puede empeorar las cosas. En tal sentido, las presiones por incrementar el gasto público para satisfacer clientelas electorales de los diversos sectores del FA pueden poner en riesgo la gestión. No es de extrañar que proyectos como el de refinanciación de deudas sigan lloviendo, auspiciados por el Ministro Mujica, así como declaraciones del tipo "la derecha ya tiene su candidato en el FA". Efervescencias multicolores.
Pero además del adelantamiento de la carrera presidencial en el oficialismo, el "gesto de autoridad" de Vázquez tiene una consecuencia adicional sobre el poder de la figura del Presidente de la República: el Presidente ya no es un actor relevante para el 2009. Y pasan a serlo los presuntos candidatos a sucederlo. A ellos hay que mirar y con ellos nacen las nuevas lógicas de poder real.
Alguien podría señalar --no sin acierto-- que la figura del Presidente de la República tiene un peso específico muy importante siempre. Pero a diferencia de sus predecesores, el doctor Tabaré Vázquez carece por completo de aparato político partidario propio. Su calidad de "cuadro" del PS es pura entelequia. Todo el mundo sabe que la influencia de Vázquez en ese partido es limitada y a duras penas pudo imponer como Secretario General a Eduardo "Lalo" Fernández. El "vazquismo" como tal es un fenómeno de opinión pública, si se quiere, y de entorno. El "vazquismo" es huérfano de aparato político. Y los aparatos pesan y mucho. Que lo diga, si no, el Partido Comunista que, contra viento y marea, con un caudal electoral esmirriado, aún cuenta con una influencia decisiva en el mundo sindical y cuenta con un peso político que excede largamente su peso electoral. Aunque no guste la cosa es así.
En tal sentido, el Presidente Vázquez, en virtud del "gesto de autoridad", ha efectuado una transferencia de poder desde su figura hacia los pre-pre-candidatos. En particular, hacia aquellos que cuentan con mayor peso a la hora de imponerse como candidatos o de definir la candidatura de otros (léase, José Mujica). Existe un severo riesgo, por tanto, de que sean otros y no el Presidente aquellos cuya aquiescencia haya que conseguir a la hora de formular proyectos o rechazar inciativas del Poder Ejecutivo.
Todo lo cual, sin duda, sería un escenario poco favorable para el Presidente no ya sólo en términos de su calidad de dirigente político de primera línea, sino en su capacidad de liderar una gestión que ya se le hacía sumamente complicado dirigir.
2 comentarios:
Primeeeeero!!!!
Primeeeeerroooooo!
ESAAAAAAA!!!
¿Para que?
No se...
Turco, cómo andas?
Arranqué a leer y me re paspé a la segunda línea, así que te dejo una puteada por cortesía nomás.
Fuerza y no pares nunca!
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